Vampire Weekend

El regreso de Vampire Weekend en cinco claves

Analizamos “Only God Was Above Us”, disco con el que la banda neoyorquina ha vuelto al ruedo discográfico por todo lo alto: ¿clásico instantáneo?

Por Juan Manuel Freire

Tal y como prometieron, Vampire Weekend lanzaron el pasado viernes su primer disco en cinco largos, muy largos años, “Only God Was Above Us”, en el que buscan nuevos horizontes sónicos a la vez que se citan a sí mismos de forma clara. Las mejores canciones del álbum, que son básicamente todas, deberían mandar en el setlist de su concierto en el Primavera Sound, en la jornada del jueves, día 30 de mayo. Aquí te desgajamos esta especie de nuevo clásico en cinco puntos.

1. Un sonido más libre

El cantante y guitarrista Ezra Koenig y los dos Chris, el batería Thomson y el bajista Baio, se han decidido aquí a abrazar como nunca lo ruidoso y lo experimental, alejándose ya por completo de la depuración de sus primeras grabaciones. Lo dejan claro ya desde el exuberante arranque con “Ice Cream Piano”, pero esta óptica alcanza su clímax, quizá, en el tema sobre luchas generacionales “Gen-X Cops”, cargado de distorsión y elementos fuera de su lugar natural. Suenan a Vampire Weekend, pero, con ayuda del productor Ariel Rechtshaid, logran evitar el déjà vu y recordar que son una banda viva. Por otro lado, este afán de riesgo no significa el anunciado tránsito al raga, o los esquemas melódicos sobre los cuales se improvisa en la música clásica india. Igual Koenig aprovecha en otro momento la clase que tomó en el Japón rural con el compositor minimalista Terry Riley, el autor de la histórica pieza “In C”.


2. La mediana edad

“Father Of The Bride” (2019) era, con toda su melancolía, una fiesta. “OGWAU” es otra historia. Koenig cumplió 40 años el pasado 8 de abril, y aunque no podemos hablar de crisis de la mediana edad –nadie hace un disco así en plena crisis de ninguna clase–, sí que se advierte un mayor carácter reflexivo. En la bellísima “Capricorn”, muy Simon & Garfunkel, canta sobre hacerse mayor y, finalmente, decir el adiós definitivo. “Solo y herido/ Pero en la flor de la vida/ Llamé al hospital/ No tenían tiempo/ Lo había estado viendo venir/ No fue ninguna sorpresa”. El paso del tiempo siempre ha sido una de sus obsesiones; al fin y al cabo, el programa que copresenta en Apple Music 1 se llama “Time Crisis”. En la final “Hope”, que en realidad es algo pesimista, le oímos hablar de pinturas quemadas y estatuas ahogadas, de una guerra ganada por Estados Unidos, pero a saber a qué precio. Lo dicho: estos VW están en plan meditabundo.


3. La autorrevisión

“OGWAU” es el disco en el que Vampire Weekend más parecen hablar sobre sí mismos, citarse a ellos mismos. Como bien señaló Matthew Strauss en su crítica del disco para “Pitchfork”, el tema “Connect” repesca un fill de batería de la seminal “Mansard Roof”, apertura de “Vampire Weekend” (2008), además de tener unos teclados que recuerdan a “Holiday”, el hit sorpresa de “Contra” (2009). Se puede decir, además, que los coros de “Mary Boone” son un guiño a los de “Ya Hey”, de “Modern Vampires of the City” (2013), y que después del “unnatural” de “Classical”, como sugirieron los sabuesos de Reddit, casi debería ir la letra “and Peter Gabriel too”, como en la antigua golosina afropop “Cape Cod Kwassa Kwassa”. En la final “Hope”, Koenig canta sobre relajarse y respirar, sobre “dejarlo pasar” (“let it go”), igual que ya hizo hace tiempo en “Ya Hey”: “Y no puedo evitar sentir/ Que cometí algún error/ Pero lo dejé pasar”. Bien hecho.


4. Nueva York, claro

Aunque los miembros del grupo viven ahora en Los Ángeles, la sombra de Nueva York sigue siendo alargada. Crecieron allí o en sus alrededores y fue en la Universidad de Columbia donde la banda cogió forma, allá por 2006. La canción “Pravda” arranca en Moscú y Wisconsin –para hablar de los periodistas Henry y Ludmilla Nikitina Shapiro y su hija, Irina Shapiro Corten– antes de señalar un teórico antiguo trabajo de Ezra en la tienda de corbatas Tiecoon de Penn Station. “Mary Boone” toma su nombre de un personaje emblemático de la escena de arte de la ciudad durante los ochenta, la galerista y marchante que acabó en prisión tras declararse culpable por fraude fiscal. “Mary Boone, Mary Boone/ Estoy en el lado oscuro de tu habitación”, canta Koenig en el estribillo, como poniéndose en la piel de un outsider que trató en vano de brillar entre las élites neoyorquinas. “The Surfer” hace referencia a la construcción del Túnel de agua no. 3 de Manhattan, que arrancó en 1970 y debería estar finalizada en 2032.


5. El apartado visual

También puro Nueva York es Steven Siegel, quien lleva fotografiando y filmando las calles, los barrios y las gentes de la ciudad desde hace más de cuarenta años. La portada de “OGWAU” está tomada prestada de él: es su foto “Subway Dream 11”, solo una entre sus muchas grandes imágenes de la red de metro neoyorquina, según Siegel “la fuente de todo lo que hace a la ciudad diferente y vital y genial”. Los primeros videoclips del álbum rinden tributo a esos vagones carismáticos a través, en parte, de metraje filmado por el propio Siegel en los ochenta. Nick Harwood (director de icónicos vídeos de SOPHIE) firma el de “Capricorn”, mientras que Drew Pearce (“Hotel Artemis”) se encarga del de “Gen-X Cops”, que también podría haber sido, pero no lo es, un poco por desgracia, especie de remake de la película hongkonesa de acción de 1999 de la que toma el título. ¿Cuándo habrá vídeo para “Mary Boone”, otro de los singles, que no ha podido ser mejor elegido? Permanezcamos atentos.


Foto: Michael Schmelling

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