Alaska y los pegamoides

La Movida Madrileña: la revolución contracultural de los 80

Del punk de barrio al arte total: una mirada a la Movida Madrileña como estallido cultural y laboratorio de identidades en la España posfranquista

| Por Álvaro García Montoliu

La Movida fue como un big bang estético, una implosión colectiva de deseo, descaro y desparpajo que emergió tras la larga noche del franquismo. Fue la adolescencia extática de una nación que acababa de recuperar el derecho a soñar en color tras la dictadura. En esa escena madrileña insomne, se coló el punk por las grietas del sistema, se mezcló con el glam, con el pop arty, con el kitsch, con el dadaísmo de barrio. Y de ahí salió una generación de bandas, fanzines, películas y drogas que cambiaron para siempre el imaginario español.


¿Qué fue y qué supuso la Movida Madrileña?


La Movida fue el estallido cultural que acompañó la transición democrática española, una reacción espontánea de jóvenes creadores que buscaban borrar el gris franquista con colores fluorescentes. Se manifestó en música, cine, moda, cómic y fotografía, pero más que un estilo fue una actitud: irreverente, hedonista, experimental. En ella convivieron la provocación de Alaska con el existencialismo de Parálisis Permanente, la ambigüedad sexual con la estética cutre sin ironías.


¿En qué etapa tuvo lugar?


Aunque su iconografía se asocia mayormente con los primeros años ochenta, la Movida comenzó a gestarse a finales de los setenta, coincidiendo con la muerte de Franco y la llegada de la democracia. Su punto álgido se situó entre 1980 y 1985, cuando Madrid se convirtió en un epicentro creativo comparable al Nueva York del No Wave o al Berlín post-punk. A medida que avanzaban los 80, parte de la Movida fue absorbida por las discográficas, institucionalizada o fagocitada por el mercado. Para finales de la década, lo que quedaba era más una marca que una revolución.


Expresiones artísticas de la Movida


La Movida no fue sólo música: fue un fenómeno total. El cine de Pedro Almodóvar, con su estética camp y su erotismo desinhibido, funcionó como espejo y catalizador. La fotografía de Alberto García-Alix y Ouka Leele capturó la intensidad febril de aquellos cuerpos sin miedo. En las calles, los graffitis y las pintadas eran parte del decorado. La televisión -especialmente el programa “La Edad de Oro”- amplificó la escena. Los fanzines como “Madrid Me Mata” documentaron la nueva sensibilidad con ironía y rabia. Fue un arte que se construía desde los márgenes, entre la resaca y la urgencia.


5 bandas emblemáticas de la Movida Madrileña


Radio Futura


Radio Futura encarnaron la evolución sofisticada de la Movida, trascendiendo sus orígenes punk y new wave para convertirse en alquimistas del pop mestizo. Su sonido fue mutando del filo anglosajón al ritmo tropical, sin perder filo ni lirismo. Fueron unos Talking Heads castizos, llevando la experimentación al mainstream sin diluirse. Si muchos de sus contemporáneos quedaron fijados en el tiempo, Radio Futura parecían venir del futuro. Su impacto fue cultural, no sólo musical: demostraron que el pop podía ser arte mayor.


Alaska y los Pegamoides


Icono mutante, Alaska fue la Marilyn Manson pre-internet, la Nancy Spungen de extrarradio con alma de Warhol. Con Los Pegamoides, canalizó el punk glam y la estética camp con una imaginería que mezclaba lo gótico con lo kitsch, lo infantil con lo perverso. Más que un grupo, eran una performance continua. En su espíritu encontramos tanto a los Cramps como a Parálisis Permanente, pero con purpurina. Fueron clave para feminizar el rock español, rompiendo binarismos, normalizando lo queer y haciendo del artificio una forma de sinceridad.


Gabinete Caligari


Gabinete Caligari fueron los dandis oscuros de la Movida, hijos legítimos de Joy Division y del cuplé. Su primera etapa, cruda y sombría, destilaba existencialismo en clave after-punk; luego mutaron hacia el rock castizo, recuperando referencias taurinas y copleras. En ambos registros, ofrecían una alternativa al desenfreno festivo dominante: eran el reverso trágico. Eran modernos, pero también profundamente arqueológicos, excavando en la tradición desde el underground. En ellos convivían lo sórdido y lo sublime, lo local y lo universal.


Derribos Arias


Derribos Arias fueron los dadaístas eléctricos de la Movida. Capitaneados por el carismático Poch, funcionaban como una parodia desquiciada del rock moderno: desestructuraban la canción desde dentro, se burlaban del virtuosismo y abrazaban lo absurdo como postura política. Su hit “Branquias bajo el agua” es un collage sonoro tan marciano como elegante, mezcla de funk mutante, psicodelia y post-punk cubista. Estaban más cerca de The Residents o Pere Ubu que del pop tradicional.


Parálisis Permanente


Parálisis Permanente fueron los profetas oscuros de la Movida. Su único álbum, “El acto” (1982), es una biblia de nihilismo post-punk con ADN ibérico: guitarras cortantes, bajo monolítico, letras crudas sobre muerte, sexo y alienación. Venían del punk salvaje de Kaka de Luxe, pero tomaron un giro más siniestro, inspirados por el cine de terror y el gótico europeo. Tras la trágica muerte de Eduardo Benavente, el grupo se disolvió, dejando una huella indeleble. Fueron, literalmente, la sombra de la fiesta.


5 canciones populares de la Movida Madrileña


La Unión - Lobo hombre en París


Un cuento surrealista transformado en synthpop elegante. “Lobo hombre en París” convirtió a La Unión en estrellas de la noche a la mañana, gracias a su mezcla de narrativa fantástica (inspirada en Boris Vian) y una producción envolvente que bebía del romanticismo oscuro de The Cure o Japan. Era una canción de otro mundo, sofisticada y misteriosa, que rompía con la inmediatez punk. Su bajo sinuoso y su atmósfera vaporosa adelantaba el giro más gótico y refinado de la segunda mitad de los 80.


Radio Futura - Enamorado de la moda juvenil


Pura crítica envuelta en caramelito pop. “Enamorado de la moda juvenil” es ironía en clave funky, un ataque al conformismo disfrazado de hit bailable. En su aparente ligereza, esconde una tesis: la rebeldía también puede ser producto de consumo. Musicalmente, fue un avance del sonido elegante que Radio Futura puliría más tarde, mezclando guitarras nerviosas con groove contagioso. Una cápsula sonora de su época, y también una crítica premonitoria a la banalización del deseo.


Los Zombies - Groenlandia


Una gema synth-pop con alma adolescente y producción lo-fi que logra sonar a la vez ingenua y trascendente. “Groenlandia” destila ese brillo raro de las canciones que parecen venir de un lugar intermedio entre el sueño y la pista de baile. Construida sobre teclados juguetones, ritmo mecánico y una melodía irresistiblemente nostálgica, capta la esencia escapista de la Movida sin necesidad de disfraz. Obra del precoz Bernardo Bonezzi, su sencillez sonora contrasta con la sofisticación emocional del conjunto.


Siniestro Total - Bailaré sobre tu tumba


Una detonación punk con humor negro y espíritu de cómic. Siniestro Total venían de Galicia con la furia de los Dead Kennedys y el sarcasmo de Iggy Pop. “Bailaré sobre tu tumba” es un mantra vengativo y festivo, iconoclasta hasta la médula. En plena Movida, donde todo era esteticismo, ellos aportaron salvajismo y risa. El tema combina riffs primitivos, letras provocadoras y una actitud de patio de colegio pasado de vueltas. Fue el grito de guerra de los que no querían vestirse de moderno ni salir en la revista “La Luna”.


Alaska y los Pegamoides - Horror en el hipermercado


Pop bizarro con espíritu b-movie. “Horror en el hipermercado” convierte el consumo en terror y lo cotidiano en parodia. Alaska canta como si fuera la hermana punk de Siouxsie Sioux, narrando una historia absurda con ritmo frenético y teclados baratos. Es una sátira del capitalismo de masas, pero también una celebración del exceso pop. Como canción, es brillante: pegajosa, teatral, con guiños al cine de serie Z y a la música disco. Como artefacto cultural, captura la esencia de la Movida: diversión con colmillos, maquillaje y mensaje.





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