Yung Lean

El nuevo disco de Yung Lean es un homenaje a sí mismo

En “Jonatan” confluyen todos los alter egos de Jonatan Leandoer, quien bajo el nombre de Yung Lean fue una de las figuras más influyentes en la era del cloud rap de SoundCloud.

| Por Marta España

Jonatan Leandoer cambia de forma cuando quiere. El nuevo álbum del artista sueco, más conocido como Yung Lean, es un homenaje al hombre detrás del pseudónimo, pero también al proyecto paralelo en el que lleva su nombre de pila, jonatan leandoer, todo en minúsculas. En ocasiones también se le conoce como Död Mark, el dúo de grunge punk que tiene junto a Yung Gud. El rapero, una de las figuras más influyentes en la era del cloud rap de SoundCloud y el mayor icono del estilo que encendió el movimiento global de los sad boys, ha evolucionado hasta convertirse en un proyecto de art-pop que reflexiona sobre el abuso de sustancias y los trastornos mentales. Lo cierto es que, aunque se haya montado varios grupos para jugar con el indie, el rock y otras escenas que le pueden resultar interesantes, todo acaba permeando en Yung Lean: en su nuevo disco hay referencias a Bill Withers (y su archiconocida “Ain’t No Sunshine When She’s Gone”) o ABBA y su “Lay All Your Love On Me” en “Might Not B”, todo cargado de arreglos orquestales como si acabase de graduarse en el conservatorio superior.

La verdad: el rap de Leandoer siempre ha estado muy lejos del hip hop. Es paródico, triste y abraza la cultura de Internet como si, de todas las capas que construyen una identidad, el yo virtual estuviese por encima del resto. Está cimentado a base de Tumblr, foros y estética glitch: en sus letras, mezcla marcas de consumo masivo (“Gatorade”) con un tono de desesperanza existencial, como en “Agony”, donde canta sobre sentirse muerto por dentro desde hace años, con una voz que parece más narrar un sueño febril que marcar un beat. Así, Leandoer se separa de la narrativa del rap clásico: en lugar de contar su vida, compone una especie de collage emocional que se actualiza con cada subida al feed. Como alguien que vive crónicamente online, Leandoer ha sabido explotar la ventaja del desdoblamiento que ofrece Internet, siendo muchas personas a la vez al mismo tiempo. Pero en este último disco, por primera vez, todas esas versiones de sí mismo (el trapero triste, el crooner errático, el personaje digital) parecen haber encontrado un único canal. Lo que antes eran proyectos paralelos ahora, por fin, confluyen.

Por ello, “Jonatan” tiene una tez arremolinada de sonidos, una especie de ensamblaje sónico donde el post-grunge convive con orquestaciones religiosas, susurros lo-fi, pop underground y guitarras punk envueltas en reverb. “Forever Yung”, por ejemplo, se apoya en una melodía ascendente y una instrumental de claps secos que evoca a unos Arcade Fire sacados de contexto y amantes de la codeína, mientras que en “I’m Your Dirt, I’m Your Love” Lean canta con un tono emocional que recuerda más a Sufjan Stevens que a cualquier figura del trap. En “Paranoid Paparazzi”, sin embargo, baja al subsuelo: su voz se arrastra en un susurro sobre una instrumental minimalista cercana al indie acústico de King Krule. “Terminator Symphony”, por su parte, se lanza de cabeza al noise y mezcla una instrumental 8-bit con una coral masculina y oscura que por momentos parece a punto de lanzarse al metal sinfónico, si no fuera por la dejadez que inunda toda la obra de Leandoer: ese rap de dormitorio que él mismo ayudó a definir compuesto de beats simples y letras llenas de símbolos personales. Lo que une todo esto no es tanto un estilo como un tono: todo suena difuso, como si fuera música transmitida desde un lugar mental borroso. “Jonatan” no es un giro de guion, sino una convergencia: todo lo que Leandoer ha ensayado en paralelo ahora convive en un mismo espacio, construido como un archivo en el que cada track remite a un fragmento distinto de su identidad.



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