Las 10 mejores canciones de The Weeknd
El antirey del pop, el soberano retrowave, el gran villano del mainstream regresará a España en 2026 de la mano de Playboi Carti para ofrecer el último capítulo de la gran epopeya en directo que es el After Hours Till Dawn Tour. Repasamos sus 10 mejores canciones
| Por Diego Rubio
¡Ja! En la mayoría de casos resulta relativamente sencillo hacer un top 10 de canciones. Se pillan un par de rarezas disfrutables, la típica terna legendaria, algún aderezo especial, algún detalle personal del que elabora la lista… y voilá. Pero cuando repasa uno la carrera de The Weeknd se da cuenta de que deja de ser tan fácil cuando el artista se ha especializado tantísimo en facturar canciones inolvidables y, no solo eso, también ha logrado dejar impronta en la cultura popular con algunos de los himnos más incontestablemente atemporales de nuestra generación.
Podrá gustarte The Weeknd o no, incluso podrás tenerle algo de manía a su, valga la redundancia, megalomanía, pero esto es indiscutible: hay pocos artistas contemporáneos con tanto recorrido en el stardom, con tantas escuchas detrás, con tantos tickets vendidos por todo el mundo avalándole, y a la vez con ese interés por plantear alternativas distintas, por colaborar con productores increíbles como Oneohtrix Point Never o Gesaffelstein y por integrar narrativas de freak del instituto –su amor por el giallo, por el italodisco, por el retrowave y John Carpenter, por la ciencia ficción mesiánica, los videojuegos japoneses, el manga o la alta fantasía más bizarra– en algo pensado para todos los públicos.
Ojo: y pocos con tanto nivel y tanto gusto para trasladarlo todo al directo. The Weeknd es, indiscutiblemente, uno de los artistas más definitorios y definitivos de los últimos quince años. Y este es un intento de resumir este viaje en solo diez canciones. Pocas para lo que el canadiense es capaz de dar.
10. “Kiss Land” - “Kiss Land” (2013)
Es posible que haya mejores canciones de The Weeknd para incluir en este top 10, pero “Kiss Land”, tema homónimo del debut largo del canadiense tras su “Trilogy” de EPs, es completamente necesaria para explicar su figura: una suite de casi ocho minutos que en su momento quizá se entendió como un paso atrás respecto a la excelencia ya expuesta en lanzamientos anteriores, pero que dejaba ver esa ambición conceptual influida por el terror, lo gótico, el giallo, la ciencia ficción y otras frikadas varias que ha sabido, poco a poco, y con un plan medido, imponer en su presencia artística.
9. “Starboy” - “Starboy” (2016)
Al principio del videoclip de “Starboy”, sobre un fondo retrowave que da vibras de “El fantasma de la ópera” en versión de John Carpenter, un asaltante enmascarado, que ha irrumpido por la fuerza en la mansión del The Weeknd de “Beauty Behind The Madness” (2015), con su inconfundible rasta, lo asesina asfixiándolo con una bolsa de plástico.
El criminal usurpa entonces la vida de la superestrella, suplanta su personalidad, en una metáfora bastante grosso modo que simbolizaba la ruptura con aquella versión más orgánica y comercial en busca de un sonido más synthwave y electrónico con el que poder relacionarse con el mainstream en sus propios términos. Y más allá de que seguía excelentemente varios de los tópicos de su persona –Lamborghinis, la fama, la asfixia, el alcohol, las mujeres, “Star Trek”...–, lo cierto es que está resuelta como una excelente canción de ruptura con el propio yo: seria, introspectiva, oscura pero preparada para la radio… y apadrinada por los mismísimos Daft Punk.
8. “After Hours” - “After Hours” (2020)
Un piano sentido y unos ecos que parecen sacados del primer EP de The Blaze construyen la atmósfera perfecta para que Tesfaye se relama las heridas de su corazón roto con hondura desiderativa en la apertura de “After Hours”, un progresivo descenso a la locura entre pulsos intensos y sutiles arpegios de sintetizador.
Pasado su primer tercio, junto a crujidos y bleeps, el tema se revela como un híbrido introspectivo entre electro, dance y house, revelando una nueva faceta más cercana al club para el artista canadiense, capaz aquí de ser fiel a su imaginario sintético y poner en primer plano la melodía y su voz, reivindicando por el camino a su compatriota Justin Bieber, sin pervertir demasiado los preceptos de un género que a priori no es el suyo. Pero también volviendo a demostrar su oído fino para las nuevas tendencias contemporáneas del pop electrónico: luego, cerrando el círculo, se incluyó un remix por parte de los propios The Blaze en la versión expandida. Si el lore y la narrativa te importan, The Weeknd es tu hombre.
7. “Can’t Feel My Face” - “Beauty Behind The Madness” (2015)
Es curioso: la versión de The Weeknd que le catapultó definitivamente a la fama y a los primeros puestos de las listas de éxitos fue también la más volátil y la menos duradera: el The Weeknd de “Beauty Behind The Madness” no se desviaba demasiado de ese lore personal sobre belleza y desquicie que se ha ido construyendo trabajo a trabajo, eso es cierto, pero sí ponía punto y aparte respecto al sonido más embrujado y oscuro –arriesgado también– de su primera trilogía de EPs, del mismo modo que no avanzaba esa orientación más synth de trabajos posteriores.
En su lugar, apostaba por formas más clásicas –si clásico es un adjetivo que se pueda aplicar a The Weeknd–, de las que es estandarte este muscular disco funk que se situaba definitivamente tras los pasos de la tradición de Michael Jackson.
6. “Moth To a Flame” (2022)
Siguiendo la línea profunda, progresiva y electrónica abierta en “After Hours”, y volviendo a demostrar que es capaz de sacar lo mejor de productores que habitualmente necesitan exigirse poco para contentar a las masas –aunque el suyo no sea un problema de calidad, necesariamente–, The Weeknd reclutó a la Swedish House Mafia, supergrupo fundamental de la explosión EDM formado por Axwell, Steve Angello y Sebastian Ingrosso, coincidiendo con su triunfal regreso a las cabinas en una nueva oleada de la electrónica big room asociada a la euforia pospandémica, para entregar su tema club definitivo.
Una fantasía de house progresivo que retiene la oscuridad synthwave que define el diseño sonoro del The Weeknd contemporáneo, y que cuenta con una letra a la altura en términos de oscuridad.
5. “Out of Time” - “DAWN FM” (2022)
El The Weeknd de “DAWN FM” seguramente sea algo difícil de repetir: probablemente pináculo de su carrera, todo él, incluida su secuenciación misma inspirada en una radio cursed, postapocalíptica, que parece sacada de un “Fallout”, y ese diseño sonoro rompedor para el que es fundamental Daniel Lopatin, Oneohtrix Point Never, es un viaje apasionante por las motivaciones del canadiense, sus luchas internas, sus inquietudes musicales y sonoras y su visión valiente y avanzada del pop comercial.
Pero de todos los temas que podrían haber llegado hasta este top 10 – la frenética y mercúrica “Sacrifice”, por ejemplo, con su espiral junjiitiana; el mazmorreo brujeril de “Gasoline”, o el impresionante despliegue sintético de “How Do I Make You Love Me?”, una favorita personal– elegimos “Out of Time” porque, de nuevo, demuestra la capacidad del canadiense para hacer pequeños cambios en la programación de los géneros que maneja, apelando a los raritos de la clase: aquí el sample nos lleva a uno de los himnos más celebrados de un género que, por muchas modas, siempre estará a bien reivindicar, el city pop japonés: “Midnight Pretenders” de Tomoko Aran.
4. “Wicked Games” - “House of Ballons” (2011)
El primer single ever de The Weeknd, ejemplo perfecto de su trabajo inicial y rupturista con el productor Illangelo, agarrando guitarras y pulsos triphoperos y llevándolos a un ambiente desértico y casi posnuclear –si Portishead entraron en el imaginario de Lana del Rey probablemente fue por su culpa–, y de su retorcida mente en el plano romántico-sexual, muestrario de relaciones tóxicas y torturadas marcadas por las drogas y la falta de confianza: “Bring the drugs, baby, I can bring my pain”, canta, y escucharle es como asomarse por un segundo a ese futuro alternativo en el que eliges a esa persona que te encanta, pero que sabes que va a joderte la vida.
Aquí The Weeknd no necesitaba ser pop, y siempre dará gustito volver a estas producciones más alternativas con las que logró convertirse, vozarrón mediante, en el Príncipe de la Noche del R&B.
3. “Blinding Lights” - “After Hours” (2020)
Es prácticamente imposible explicar el fenómeno de “Blinding Lights”, a priori una canción más de The Weeknd, no demasiado distinta a aquellas que ya le habían llevado a lo más alto de las listas de éxitos, “Starboy” o “Can’t Feel My Face”: artificial luminismo pop, euforia sintética, perfección melódica, alma disco… De hecho no demasiado diferente de todo el combinado de synth pop de los 80, con esa base de caja de ritmos y líneas de sinte entre el Roland Juno-60 y el Yamaha DX7, el topic de las llamadas sin respuesta, el uso de palabras como “touch”, la velocidad, los neones, esa Sin City “cold and empty” que recuerda también a una Gotham dispuesta a que la recorras con nocturnidad y alevosía a bordo de un Batmovil montado con piezas de MacLaren.
Pero “Blinding Lights” tiene ese algo que en la música no se puede explicar, y es esa su principal, su gran virtud, además de una factura pluscuamperfecta, tanto, tanto que un pequeño detalle de imperfección –un gallo en el minuto 2:36– no hace sino elevarlo aún más. Ver esta canción en directo, canon ya de la música de esta generación, uno de esos temas con los que torturaremos a las generaciones venideras en los coches del futuro, es una de las experiencias más reconfortantes y conectivas que la música puede ofrecer a día de hoy.
2. “House of Balloons / Glass Table Girls” (2011) - “House of Balloons" (2011)
Fue imposible no enamorarse de Abel Tesfaye a la primera de cambio: todavía no había habido un artista de R&B que hiciera tan suyas las dinámicas por entonces relativamente nuevas, desconocidas para el gran público, del trap, pero es que además The Weeknd gastaba la voz más parecida a la de Michael Jackson que servidor había escuchado nunca y rompía moldes mirando hacia un repertorio que, con el tiempo, se ha confirmado absolutamente natural para él, pero que sin el contexto que da “conocer” al autor, entonces, en 2011, era prácticamente inédito en el género: el pop gótico y el postpunk.
“House of Balloons”, primera parte de un tema extensísimo dividido en dos y que se adentra después, tras un cortocircuitante y saturado beat switch hecho con la voz de Siouxsie Sioux, en una cadencia de rap mutante y espacial, partía precisamente de un sample de una de las mejores canciones de Siouxsie & The Banshees, el siniestro clásico de 1980 “Happy House”. Y cuando uno escucha a Tesfaye hacer suyas las palabras “This is a happy house, we’re happy here, in this happy house, oh it’s such fun” pues entiende muchas cosas: que no se nos olvide que este es el tipo de cuya mente surgió la serie “The Idol”. Somos felices en esta casa y no pensamos salir de aquí. Creepy. Pero sorprendentemente atractivo.
1. “Take My Breath” (2021) - “DAWN FM” (2022)
Creo que no existe una canción que explique mejor a The Weeknd en todos los aspectos, sencillamente, por eso esta elección quizá cuestionable. Porque “Take My Breath” es extrañamente protodo y antitodo a la vez: una inmaculada producción disco pop que en lugar de optar por la vía eufórica apuesta por una psicodelia acuosa y alienígena; que arranca con una intro alucinante, con sintes de neón y voces fluorescentes bailando en torno a un arpegio digno de Giorgio Moroder, antes de deshacerse después en una melodía infecciosa y de alcanzar en el estribillo la condición de obra maestra a base de hedonismo y estroboscopia. Literalmente una de las catedrales más gloriosas del pop contemporáneo. Y no admito discusión.
Bonus track: “Call Out My Name” - “My Dear Melancholy,” (2018)
El EP “My Dear Melancholy,” fue todo lo que quedó de un proyecto largo de Tesfaye que nunca llegó a concretarse, y marcó no solo un regreso a los tópicos y atmósferas más evidentemente oscuras de sus primeros EPs, sino una especie de transición hacia la versión integradora de “After Hours”: es, visto en retrospectiva, un avance, un prólogo del The Weeknd que vendría, y que terminaría con el tiempo asentándose como el “definitivo”.
Con la asistencia de Gesaffelstein en algunas producciones, y con un sample de Nicolás Jaar en esta “Call Out My Name” que adopta la forma de una balada gótica aullada por fantasmas en los salones vacíos de una mansión encantada, desde el otro lado, el candiense probaba que siempre buscó algo más para su carrera que números, éxitos y validación comercial.
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