Bruce Springsteen, al final de una carretera perdida
Coincidiendo con el estreno del biopic “Deliver Me From Nowhere”, se reedita “Nebraska” (1982), el álbum más extraño y oscuro de The Boss, en una reveladora caja cargada de material inédito.
| Por David Sequeda
Nunca hasta ahora se había filmado un biopic sobre Bruce Springsteen. Por ello, puede extrañar que “Deliver Me From Nowhere”, dirigido por Scott Cooper y protagonizado por Jeremy Allen White, se centre en la elaboración de “Nebraska” y el confuso momento vital que vivía ‘The Boss’ en la transición entre dos obras cumbres como “The River” (1980) y “Born In The Usa” (1984). En realidad, y tal como demuestra el libro del mismo título escrito por Warren Zanes (y en el que se basa el grueso del filme), fue un momento crucial en su trayectoria. Springsteen venía de protagonizar una gira mundial que lo había consolidado como estrella global del rock (el The River Tour, que tantas vidas cambió por aquí tras su paso por Barcelona en 1981), pero su estatus le sumió en una profunda depresión. Encerrado en su casa en Colts Neck (Nueva Jersey), en las navidades de 1981 empezó a componer varios temas con su guitarra, en la esquina de la cama de su dormitorio, y grabarlas con un cuatro pistas recién adquirido, el TEAC Portastudio 144. Eran canciones de una naturaleza muy oscura, influidas por la literatura de Flannery O’Connor, la música de Suicide –un grupo incomprendido al que él adoró desde el principio–, las primeras grabaciones de Elvis para Sun Records y películas como “Malas tierras” (1973), de Terrence Malick, de donde surgió la inspiración del desgarrador tema titular, narrado desde el punto de vista de un asesino en serie sin tratarlo con condescendencia ni juicios morales.
Una aparente obra menor cuya influencia es mayor de lo que se cree
Springsteen compuso estos temas al mismo tiempo que muchos de los que acabarían formando parte de su siguiente álbum, “Born In The USA”. De hecho, el así titulado nació como una canción acústica, muy diferente, que estuvo a punto de figurar en “Nebraska” (algo de lo que el músico se arrepentiría posteriormente, pues considera que las dos versiones podrían haber aparecido perfectamente en los dos álbumes). Pero, al intentar grabarlos en el estudio con The E Street Band, comprobó que no funcionaban, que habían perdido aquel algo especial que poseían las versiones primigenias. Entonces, decidió publicarlas tal como las había registrado en el cuatro pistas. Esto es: el sexto álbum de Bruce Springsteen, el gran salvador del rock en la era dorada del synth pop, los New Romantics, los equipos carísimos de la alta fidelidad, los grandes estudios, las grandes bandas y la MTV, era una maqueta grabada completamente en solitario, sin ningún productor acreditado y sin su rostro en portada, tan solo una imagen borrosa de una carretera. Paradójicamente, de su único single (solo en Europa) surgió el primer videoclip de su carrera, pero este también era deliberadamente esquivo: “Atlantic City”, en blanco y negro, se limitaba a encadenar imágenes de ciudad citada en el título. Con todo ello, sin darse cuenta, Bruce Springsteen había inventado al mismo tiempo el lo-fi, el alt country, la grabación casera, el concepto de cantautor de habitación y el mito del disco oscuro y anticomercial a cargo de una gran estrella. ¿Qué hay más contemporáneo que eso?
La reedición definitiva
No es la primera vez que “Nebraska” se reedita. En 1984 se comercializó en CD, en 1988 volvió a aparecer en LP y CD y, posteriormente, volvió a prensarse en 2003, 2008, 2015 y, coincidiendo con su 40 aniversario, en 2022, pero lo común a todas estas reediciones es que no aportaban material nuevo, se ceñían a sus inmaculados diez temas. Eso ha cambiado ahora con “Nebraska ’82: Expanded Edition”, una caja absolutamente reveladora con cuatro LP’s o CD’s más un Blu-ray. El primer disco, sensacional, incluye las maquetas descartadas de las sesiones iniciales (con varios temas inéditos, fieles al espíritu de “Nebraska”, y las versiones acústicas primigenias de algunos de los temas que luego aparecerían en “Born In The USA”, como “Downbown Train”, “Working On The Highway” o la canción titular). El segundo disco, titulado “Electric Nebraska”, es otra joya que permite escuchar, por primera vez, las canciones tal como las grabó en el estudio Record Plant de Nueva York la E Street Band en abril de 1982, y comparar cómo habría quedado el álbum de tener una factura más profesional y de grupo. El otro disco inédito (con su complemento visual en Blu-ray) es una reinterpretación en directo del “Nebraska” al completo y por orden, registrada en el Count Basie Theatre de Nueva Jersey en abril de 2025, sin público y con Springsteen acompañado de Larry Campbell a la segunda guitarra y Charlie Giordano a los teclados. Un acto de justicia, o de reimaginación histórica, pues ‘El Jefe’ también renunció a salir de gira con “Nebraska”, exhausto por tantos años en la carretera sin parar y por lo poco propicio del repertorio.
Como culminación de la caja, se recupera el disco original, remasterizado de nuevo (el proceso de masterización inicial, por cierto, fue otra gran epopeya técnica). Y, aunque en su momento se contextualizó mucho como producto de los años oscuros de Ronald Reagan, al reescucharlo se capta su carácter atemporal. Esas canciones imperfectas, desaliñadas, con una atmósfera fantasmal y la idea obsesiva que Springsteen tenía en torno a cuál era la luz que debía iluminar a los personajes –vean la portada y comprobarán a qué se refería– se mantiene inquietantemente intacta. Muchos opinan que este es el mejor álbum en la extensa trayectoria de Bruce Springsteen, y no será este redactor quien cuestione tal afirmación.
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