Kendrick Lamar se reafirma y deja de lado la política en su intermedio de la Super Bowl
El rapero ha preferido celebrar un presente que le contempla como el mejor rapero de su generación y certificar su victoria sobre Drake en un intermedio poco político pero con mucha intensidad
Son tiempos raros, tiempos oscuros. Tanto que el esperado intermedio de la Super Bowl encargado a Kendrick Lamar, primera vez que un rapero lo protagoniza por completo después de que Dr. Dre, Snoop Dogg, Eminem, Mary J. Blige y él mismo hicieran de anfitriones en 2022, no tuvo toda la carga política que podíamos esperar del autor de “To Pimp a Butterfly” (2015). Es probablemente lo que más llamó la atención esta vez, pues con Donald Trump recién reelegido como presidente de los EEUU y el problema del racismo recrudeciéndose en todo el mundo –era de hecho la primera vez que la NFL retiraba del estadio el cartel de “End Racism” que llevaban poniendo desde las protestas del Black Lives Matter en 2020–, quizá muchos esperaban otro statement por parte de un Lamar que es autor de uno de los grandes himnos antirracistas de los últimos años, “Alright”.
No fue el caso. No hubo ni temas de “good Kid, m.a.a.d. city” ni de “To Pimp a Butterfly”, los discos en los que más habla de una experiencia de opresión afroamericana, y prácticamente todo su intermedio se concentró en dos ideas: reafirmarse como el rapero más representativo de EEUU y por lo tanto del mundo en la actualidad, una improbable estrella del pop que lo basa todo en un mensaje denso y elaborado y que se atreve a descorchar su actuación, ante millones de personas, con el fragmento de un tema inédito, “Bodies”; y asegurarse de que todo el mundo sepa que, efectivamente, en 2024 ha acabado con Drake. En cierto modo es justo, y Kendrick se lo merecía.
Pero no es que no hubiera comentario político: Samuel L. Jackson le acompañó durante todo el intermedio haciendo de presentador vestido del Tío Sam, y durante un momento hacía referencia a la propia naturaleza contradictoria de Lamar como superstar: “That’s what America wants: Nice and calm”. Mejor suave y pop que oscuro, intenso y confrontante; mejor con SZA cantando “All the Stars”, canción nominada a un Oscar para una película de Marvel, que rodeado de bailarines afromaericanos vestidos con los colores de la bandera estadounidense interpretando los bangers más agresivos de “DAMN.” (2017), “Humble” y “DNA”. Precisamente los bailarines, en la transición hacia el show principal, en pleno campo y fuera ya de la plataforma central, forman y desintegran la bandera en un sutil comentario a la identidad nacional y a cómo esta está no en peligro, sino en un momento de redefinición muy necesario.
El cierre de un año legendario
Antes de embarcarse en ese “Grand National Tour 2025” que lucía en los parches de la chupa, y que seguramente le abrirá por fin la liga de los estadios, Kendrick Lamar ha aprovechado este intermedio de la Super Bowl para certificar un año histórico para él, en el que ha conseguido, sin asociarse a uno de sus grandes lanzamientos, ser el primer artista masculino de la historia en tener tres top 1 inmediatos en un año y cinco premios Grammy. La gran mayoría de los temas interpretados pertenecían a su último álbum, “GNX” (2024), y su imaginería, desde ese mismo modelo de Buick negro que protagoniza la portada y que servía también como altar brutalista en su actuación a Serena Williams bailando un crip walk, hacía referencia constante a su presente. En el epicentro de la actuación un espontáneo se subió al GNX ondeando una bandera combinada de Sudán y Palestina. Son tiempos oscuros, sí, en los que el ego personal se enfrenta a los delirios de la guerra en un mundo ya no dividido, ya no fragmentado: completamente patas arriba.
“Welcome to the great American game”
Así presentaba el Tío Samuel L. Jackson la actuación de Lamar, confirmando sutilmente lo que estaba a punto de pasar: el verdadero partido, más allá del Philadelphia Eagles - Kansas City Chiefs que ganaron sobradamente los primeros frustrando una racha de tres campeonatos seguidos para Kansas que hubiera sido histórica, era el de Kendrick contra Drake, y también se saldó con una paliza. Durante toda la actuación hubo snippets y pistas de lo que iba a suceder –Internet ha estado preguntándose toda la semana si sucedería, si Kendrick cantaría “Not Like Us” durante su intermedio–, y finalmente sucedió, incluyendo además algunas de las frases y acusaciones más contundentes, y luciendo todo el rato un enorme colgante con una “a” minúscula en referencia a una de las frases de la canción en la que acusa al canadiense de pedofilia –“Tryin' to strike a chord and it's probably A minor”–. “Alguien tenía que hacerlo”, dice en otro momento. Y al final, tras una “tv off” épica y cinematográfica, K.Dot mira a la pantalla, sonríe y apunta el mando a distancia, apagando el show. En la grada, detrás, puede leerse un gigante “GAME OVER”. Juego, set y partido.
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