Cultura y resistencia: la residencia de Bad Bunny en Puerto Rico
Bad Bunny ha conseguido algo histórico: que todo el mundo tenga los ojos puestos en Puerto Rico durante los dos meses en los que actuará non stop en el Coliseo de San Juan
Ya ha empezado la que es una de las residencias artísticas más sonadas de la historia de la música contemporánea: Bad Bunny, tras conquistar EEUU y toda Latinoamérica con la gira asociada a “Un verano sin ti” (2022), tras certificar su conquista después cerrando el círculo en torno a los fans más fieles con los conciertos para presentar “Nadie sabe lo que va a pasar mañana” (2023), y antes de embarcarse por fin en lo que será una conquista global que a nivel virtual ya estaba hecha, pero que hemos tenido que esperar demasiado para ver concretarse de forma tangible –lo hará en 2026 con fechas anunciadas en Sydney, Tokio, Londres, Milán, Marsella, Dusseldorf, Lisboa, Barcelona o las históricas diez fechas en el Estadio Metropolitano de Madrid–, juega en casa y presenta “Debí tirar más fotos” (2025) con treinta fechas en el Coliseo de Puerto Rico, en San Juan, durante más de dos meses. Esto es lo que, de momento, hemos aprendido de estos conciertos:
No me quiero ir de aquí
La relación de Benito con Puerto Rico es uno de los puntos cardinales de su trayectoria artística. Desde el pelotazo de “Un verano sin ti”, y conociendo de primera mano entonces la voracidad de la industria del pop y el mercado estadounidense, el puertorriqueño ha arrancado todas sus giras en casa, dejándole cualquier primicia a sus compatriotas. Además, cuando ha salido a conquistar el mundo, siempre ha sido con el libro de historia bajo el brazo, y portando su cultura en los camiones que hicieran falta. Ahora, en su momento quizá más grande de exposición internacional, no es baladí que vuelva a batirse a sí mismo en todos los récords en los que ya tiene su nombre grabado en la historia de Puerto Rico.
Escribiendo la historia
La residencia de Bad Bunny en el Coliseo de Puerto Rico no solo es la primera que acoge el recinto en su historia, también es la primera como tal que se celebra a nivel nacional. Con sus treinta fechas a lo largo de algo más de dos meses, entre el 11 de julio y el 14 de septiembre, es el evento musical más extenso y multitudinario de la historia del país, superando a los catorce conciertos que dieron Wisin & Yandel en su gira de despedida de 2022 y arrasando en venta de entradas, con 400.000 despachadas en las primeras horas y más de medio millón total de asistentes. Los primeros nueve conciertos de la residencia, además, están reservados solo a público local, y para el resto Bad Bunny ha hecho especial hincapié dirigiéndose a los estadounidenses: esta gira no pasará por allí, y si quieren verle tendrán que hacer un esfuerzo y gastar su dinero en Puerto Rico contribuyendo a una forma sostenible de turismo.
Una celebración de la cultura local, pero también un canto de resistencia
Aunque Bad Bunny ya había homenajeado a los orígenes de su cultura boricua desde “YHLQMDLG” (2020), y aunque desde “Un verano sin ti” ya hubiera incluido el comentario político y la reflexión sobre la situación de su isla en su música, “Debí tirar más fotos” es de alguna forma el disco en el que todos estos Benitos confluyen. Su último trabajo es una celebración de los géneros oriundos de Puerto Rico, la bomba y la plena; y de las aleaciones posteriores que, en forma de reguetón y bachatón, llegaron a dominar el mundo. Pero sobre todo es el grito de alguien que se resiste a abandonar su casa, acosada por la gentrificación, la crisis energética, la destrucción del ecosistema natural, la corrupción política y una emigración masiva de población local a EEUU precisamente por la imposibilidad de quedarse que trae todo aquello.
Los primeros conciertos de Bad Bunny en el Coliseo de Puerto Rico se abrieron con una nueva canción, inédita hasta el primer lunes de resaca tras la euforia del fin de semana, la bomba electrónica que es “Alambre Púa”, y desde ese momento todo tiene una narrativa local pese a que Benito sepa que tiene puestos encima los ojos del mundo entero: durante tres horas, se suceden los símbolos culturales de la isla, las pavas –ese sombrero campesino de paja que Bad Bunny lució en la MET Gala–, los atuendos boricuas; también las historias y las generaciones según Benito enfrenta una u otra parte de su repertorio, desde el trap de sus primeros días hasta las salsas y los merengues de los últimos. Todo con un inconfundible sabor boricua.
El reguetón, de marquesina
Para la parte reguetonera del concierto, Benito abandona el naturalista escenario frontal para encaramarse en una casita tropical con marquesina situada en el centro de la pista. Allí, y rodeado de un plantel de estrellas que no va a parar de crecer en los próximos meses –ya hemos visto por allí a Lebron James o a Mbappe, y en agosto ha confirmado su presencia Shakira–, Bad Bunny sube la temperatura con algunas de sus canciones más conocidas, casi seguro las más sudorosas: que se lo digan a la chica que ha protagonizado uno de los momentos más virales y polémicas de lo que va de residencia, con El Conejo arreglándole el escote. Es solo una imagen de las muchísimas que seguirán apareciendo hasta septiembre, pero ninguna como la de la bandera de Puerto Rico ondeando sobre todas las cabezas en las pantallas del techo del Coliseo.
Disfruta del 100% de las ventajas de SMUSIC haciéndote cliente Santander aquí