Justin Bieber

Justin Bieber se pone íntimo y experimental en su nuevo álbum, “Swag”

“Swag” es el séptimo álbum de estudio de Justin Bieber. El canadiense lanza por sorpresa un disco brumoso, melancólico y más experimental de lo esperado, donde intenta reconciliarse con su intimidad, su paternidad y una fama que sigue siendo su mayor carga.

| Por Álvaro García Montoliu


Después de años envuelto en el ruido mediático, las polémicas personales y los vaivenes de su carrera artística, Justin Bieber ha reaparecido con “Swag”, un álbum sorpresa que marca un giro inesperado. Lejos del pop radiante y calculado que definió buena parte de su trayectoria, este nuevo trabajo propone una estética más difusa, íntima y atmosférica. En medio de rumores sobre su salud mental, tensiones con la prensa y su reciente paternidad, Bieber entrega un disco que parece querer hablar directamente al oyente, aunque no siempre encuentre las palabras.

1. Bieber por fin hizo su “álbum personal”, pero es más atmósfera que visión

Con “Swag”, Bieber lanza un tipo de álbum que recuerda a aquella oleada de pop experimental de mediados de los 2010: discos como “Anti” (Rihanna, 2016) o “Lemonade” (Beyoncé, 2016) que dejaban atrás la presión comercial para explorar una expresión más libre y artística. Esta vez, Bieber parece más interesado en generar una atmósfera que en conquistar los rankings.

“Swag” se abre con “All I Can Take”, una pieza brumosa de R&B ochentero que suena como un recuerdo borroso, nostálgico y deliberadamente lo-fi. Esa calidez análoga recorre todo el álbum. Canciones como “Too Long” o “First Place” están llenas de reverberación, loops retro y texturas brumosas que recuerdan más a Dijon que a Diplo. Incluso sus colaboradores –Carter Lang (SZA), Tobias Jesso Jr. (Adele, Dua Lipa) y Mk.gee– aportan un aire íntimo y difuso. Sorprendentemente, “Swag” parece hecho para escuchar con auriculares, no para estadios.


2. La letra no está a la altura del sonido

Si bien “Swag” funciona como ejercicio sonoro, tropieza en lo lírico. Bieber apunta hacia la introspección y la vulnerabilidad, pero rara vez pasa de lugares comunes. Muchas canciones están dedicadas a su esposa Hailey, pero aunque eso pueda parecer tierno, el resultado es más cursi que conmovedor. En “Go Baby”, le rinde homenaje a su carcasa de teléfono con brillo labial, mientras que “Dadz Love” repite su estribillo de forma casi absurda, más parecido a un meme que a una reflexión sobre la paternidad.

Lo peor son los interludios hablados. Druski, cómico de internet que aparece varias veces, le dice a Bieber que tiene un “alma negra” y se burla de sus recientes encontronazos con los paparazzi. Estas intervenciones pretenden humanizar a Bieber, mostrarlo reflexivo ante la fama y el desgaste, pero suenan más como control de daños o material para redes sociales que como confesiones auténticas.


3. Los referentes estéticos son acertados, pero poco Bieber

Lo más logrado del disco es su coherencia sonora. Tirando de referencias al R&B de los 90, del vaporwave y del pop casero de dormitorio, “Swag” se instala cómodamente en la niebla. Es un collage sonoro donde conviven la melancolía ambiental de Bon Iver, el estilo confesional de SZA y la textura granulada de Dijon. Los productores Sir Dylan y Daniel Chetrit mantienen los arreglos mínimos y táctiles: guitarras acústicas que crujen, pianos eléctricos sumergidos, baterías dormidas. Incluso cuando aparecen raperos invitados –Gunna, Cash Cobain, Sexyy Red– el clima no se rompe. Es lo más cerca que Bieber ha estado de hacer música sin su peso de superestrella.


4. La fama sigue siendo el núcleo del álbum

A pesar de su sonido etéreo, “Swag” está atravesado por el peso de la fama. El álbum se lanzó días después de que se viralizara un video en el que Bieber confronta a un fotógrafo en el Día del Padre, gritando “¡Estoy ocupándome de mis asuntos! ¡Soy papá, soy esposo!”. El audio de ese momento aparece en el disco y hasta fue usado en la campaña promocional.

“Swag” intenta cambiar la percepción pública del artista: mostrarlo más maduro, más humano. Pero en lugar de canalizar ese conflicto en letras sinceras o narrativas complejas, el disco se apoya en frases genéricas. Hay destellos de emoción, sí, pero sin un nivel de profundidad o detalle que permita empatizar del todo.


5. Una corrección de rumbo imperfecta pero fascinante

“Swag” no es el gran álbum de Bieber, pero sí el más interesante en años. Ya sin la tutela de Scooter Braun ni la presión de generar hits, el cantante se entrega a un enfoque más íntimo. Incluso cuando toma decisiones cuestionables –como dejar que Sexyy Red interrumpa una balada o mencionar el negocio de su esposa– hay algo atractivo en su torpeza.

La comparación con el “Folklore” (2020) de Taylor Swift es inevitable: otro disco sorpresa, minimalista e introspectivo que busca redefinir a una estrella. Aunque “Swag” no alcanza ese nivel, comparte ese gesto de repliegue: apagar el ruido para recuperar una voz propia. Si “Justice” (2021) buscaba complacer a todos, “Swag” parece hecho solo para él. Y por primera vez en mucho tiempo, eso se siente como un respiro necesario.




Disfruta del 100% de las ventajas de SMUSIC haciéndote cliente Santander aquí