Haim

Cinco lecciones del nuevo álbum de Haim, “I Quit”

El cuarto disco de las hermanas Haim es su trabajo más valiente y personal, un documento de transición, de duelo y de liberación.

| Por Álvaro García Montoliu


En un paisaje pop donde la madurez suele ser sinónimo de pulido excesivo y domesticación emocional, “I Quit” –el cuarto álbum de Haim– emerge como una afirmación desordenada, cruda y profundamente humana de independencia emocional. Si “Women in Music Pt. III” (2020) fue su gran salto hacia la sinceridad lírica y la libertad estilística, “I Quit” va más allá: un manifiesto de autoafirmación después de una ruptura dolorosa, pero también una meditación sobre la amistad, la memoria, la frustración y el deseo de seguir adelante, sin máscaras ni ornamentos innecesarios. Aquí van cinco ideas clave para entender este nuevo capítulo de las hermanas Haim.


1. El abandono del brillo ochentero no es regresión, sino liberación

Desde su debut, Haim se había consolidado con una paleta sonora que oscilaba entre el soft rock californiano y un pastiche de ecos ochenteros, con reverb por doquier y producción pulida a cargo de Ariel Rechtshaid. Pero en “I Quit”, ese barniz se ha evaporado. Rechtshaid –expareja de Danielle– está ausente por primera vez, y su salida no es solo personal: es estética. Rostam Batmanglij y Buddy Ross toman el relevo y junto a Danielle generan un sonido menos idealizado y más abrasivo.

Temas como “Gone” presentan guitarras con textura garage y baterías sin procesar que recuerdan a PJ Harvey circa “To Bring You My Love”, mezcladas con una muestra nada sutil de “Freedom! ’90” de George Michael. Pero esa muestra, lejos de sonar triunfal, es reinterpretada como grito de guerra introspectivo, un eco distorsionado de emancipación. El resultado es menos brillante, pero más auténtico.


2. La relación entre ruptura y claridad nunca ha sonado tan directa

Haim siempre han sido cronistas hábiles del desamor, pero en “I Quit” no hay ni rastro del tono conciliador de “Want You Back” o la nostalgia dulce de “If I Could Change Your Mind”. Aquí la herida está fresca, y la voz de Danielle atraviesa cada verso con furia y lucidez. “Fucking relationships / Don’t they end up all the same?” canta en “Relationships”, uno de los singles más pop del disco pero también uno de los más ácidos.

No se trata de regodearse en el dolor, sino de analizarlo con bisturí emocional. Canciones como “Everybody’s Trying To Figure Me Out” o “You Never Saw Me” son reflexiones sobre la identidad borrada en una relación larga y desigual. La protagonista de estas canciones ya no suplica comprensión: se ha hartado. Y la crudeza de las letras -“I swear you wouldn’t care if I was lying in blood on the street”- puede resultar chocante, pero nunca gratuita.


3. Alana y Este reclaman (y redefinen) su espacio en el grupo

Durante años, Haim pareció girar casi exclusivamente en torno a Danielle, su talento como vocalista, compositora y productora. Pero “I Quit” ofrece por fin momentos en los que las otras hermanas toman el foco con resultados sorprendentes. Alana canta por primera vez un tema completo -la disco mutante y melancólica “Spinning”, que parece salida de una sesión perdida entre Arthur Russell y Daft Punk- mientras que Este deslumbra en “Cry”, una balada synth-country de intensidad devastadora.

Ambas canciones revelan matices vocales y emocionales que antes habían quedado en segundo plano. Más que un gesto de reparto equitativo, estas intervenciones suponen una expansión del universo Haim: ahora son un triángulo completo, no una figura centrada en un vértice.


4. La ambición estilística es más consciente, más fracturada, pero también más rica

“I Quit” no es un álbum “cohesionado” en el sentido clásico. Salta entre estilos sin preocuparse por unirlos: hay folk rock difuso en “The Farm”, un groove R&B con alma de pista de patinaje en “Spinning”, un ritmo roto cercano al drum’n’bass en “Million Years” y una relectura del industrial pop de los 90 en “Now It’s Time”, que dialoga directamente con “Numb” de U2. Incluso hay espacio para un homenaje velado a Sheryl Crow en “Down To Be Wrong”.


5. La resignación no es derrota, es madurez emocional

El título del álbum, “I Quit”, podría interpretarse como un gesto de derrota. Pero en boca de Haim, renunciar es una forma de afirmación. El álbum actúa como una especie de catarsis generacional. Con frases como “Is it just the shit our parents did / and had to live with it?” no solo canalizan frustración individual, sino también un diagnóstico colectivo. Haim capturan ese cansancio existencial con una mezcla de sarcasmo californiano y gravedad adulta. No buscan respuestas: se conforman con decir la verdad tal como la sienten.



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