Alasdair McLellan

Jamie xx, entre las olas

El genio musical detrás de The xx saca, nueve años después, su segundo álbum, “In Waves”, una carta de amor a diversas décadas de la música de baile británica

Por Álvaro García Montoliu

Tras la gira en apoyo de “I See You”, el tercer álbum de The xx, Jamie xx volvió a casa pensando que ya tenía la hoja de ruta para su segundo álbum. Pero cuando escuchó concienzudamente el material se dio cuenta de que era aburrido, que no había ninguna razón por la que alguien querría escuchar esa música. Repasamos el camino hasta dar con “In Waves”, su primer álbum en nueve años, que acaba de llegar a las tiendas y plataformas de streaming.


Una pandemia para encender la llama de la creatividad

Rebobinemos un par de años después, en el primer verano post pandémico, cuando empezó a germinar en Londres y otras partes del Reino Unido una nueva escena de raves ilegales. Cada fin de semana, Jamie Smith paseaba en bicicleta por el Támesis y escuchaba música terrible pero que a la postre juntaba a seres humanos con muchas ganas de volverse a ver. Solo habían pasado unos meses desde que lanzara un Essential Mix para BBC Radio 1, en la que mezclaba clásicos como Fela Kuti y Philip Glass, con luminarias de la electrónica británica como Two Shell y Kelly Lee Owens. Y, por en medio, versiones embrionarias de “In Waves”. Todo acabó culminando en un proceso de redescubrimiento y amor propio. La semilla de la creatividad había germinado.


Contra las críticas, crear el club de sus sueños

“In Colour”, el álbum de debut de Jamie xx, generó un consenso más o menos unánime, aupándose a lo más alto de las listas de lo mejor del año de un montón de prestigiosas publicaciones. También generó una cierta oleada de odio, con publicaciones como Resident Advisor y The Quietus pintándole como un niño pijo encaprichado con la música de baile y camuflando su intento de gentrificación musical con un gusto casi arqueológico por la música rave. Jamie xx se convirtió en el chico del póster de una rama de la electrónica higienizada que consiguió llevar el género del más estricto underground a los main stages. Y sentó como un tiro a los más puristas.

Uno diría que como reacción a todo eso surgió The Floor, que fue algo así como el club de los sueños de Jamie. Entre los días 16 y 25 de mayo, el británico estableció una residencia en un espacio para solo 300 afortunados asistentes con un soundsystem de primera línea y con una programación de primeras espadas de la electrónica que no se desvelaba hasta la misma noche del evento. Por ahí acabaron pasando Romy Madley Croft, de The xx, la pareja de moda en la electrónica británica, Charli XCX y George Daniel de The 1975 y el DJ sueco Axel Boman. “Durante años he soñado con abrir mi propio club en Londres, un espacio que representase mis experiencias en la mejor escena de clubs underground londinense; la intimidad, la comunidad, la curaduría, el sonido. Este mes, voy a hacer realidad mi sueño”. En realidad, todo esto de mandar una carta de amor a la música de baile underground ha sido una de las premisas sobre las que ha sentado las bases de su proyecto como solista. Todo lo que no podía hacer en The xx –no, al menos, hasta su tercer disco, “I See You”– lo podía hacer en su aventura en solitario.


Unos samples casi tan buenos como sus invitados

Cuando a uno el cuerpo le pide acudir a la música de Jamie xx lo hace con una idea en la cabeza, que va a encontrar invitados musicales tan grandes como los samples que acompañan estas canciones. Uno de los mejores ejemplos en este disco es “Life”, en la que empareja la voz de Robyn, una favorita del pop electrónico y gran amiga de Jamie Smith, con un sample de Cerrone, uno de los más grandes de la música disco. Es un festín de vitalismo a base de vientos más grandes que la vida a los que la sueca hace justicia que una sucesión de versos que encapsulan su persona musical, pícara, hedonista y con un punto cachondo en todos los sentidos: “You’re giving my first kiss / Giving my walk of shame / Giving me strong torso”. El origen de los samples es diverso y su uso solo al alcance de un genio de la producción como Jamie: desde el rock clásico de The Moody Blues al R&B británico de Mis-Teeq pasando por, ojo, una instrucción de yoga que sirve como puente entre las dos grandes secciones de “Breather”, un pasaje inicial casi electro-punk y uno final de pura catarsis bailable.


Hemos esperado siete años

Aunque The xx, juntos, han maltratado bastante a sus fans considerando que su último disco data de 2017, por separado lo cierto es que no nos podemos quejar para nada. En los dos últimos años sus tres miembros han lanzado álbumes en solitario por separado, y en cada uno de ellos se ha notado la huella de sus compañeros. Primero vino Oliver Sim con “Hideous Bastard”, un trabajo que se emparentaba con el pop vanguardista de Perfume Genius de temática claramente queer; luego fue el turno de Romy Madley Croft, que en “Mid Air” rendía tributo al dance y el trance del cambio del milenio. “In Waves” por título y portada podría intuirse como una secuela de “In Colour”, pero la escasa variedad cromática de la misma podría sugerir un carácter más retraído, pero nada más lejos de la realidad. En “In Waves”, con una plétora de colaboradores que incluye The Avalanches, Panda Bear, Honey Dijon y Kelsey Lu, Jamie trata de salir de su zona de confort –es decir, retraerse con sus auriculares para escuchar la música que crea a solas– para abrazar un espíritu más colaborativo, tanto en el estudio como en la pista de baile, donde estas canciones han servido como laboratorio para hacerle los ajustes pertinentes para acabar con el sonido bombástico que ahora nos llega.


En cualquier caso, “Waited All Night”, la reunión, siete años después en el mismo estudio de Romy, Jamie y Oliver, cumple toda expectativa posible y de la manera más imprevisible, con una canción súper fragmentada y escasamente orgánica que suene como nada de lo que hayan hecho estos tres juntos en el pasado. Hay con todo una química indudable entre los tres, especialmente en el intercambio vocal de Oliver y Romy –en su pasaje, casi sugiere un guiño al “(It Goes Like) Nanana”–, que conduce hacia un clímax de fuego lento que establece un recorrido por diversas décadas de la historia de la música de baile británica.




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