“West End Girl”, de Lily Allen: ¿el disco de ruptura definitivo?
Tras ocho años sin álbum, Lily Allen ha sorprendido a propios y extraños con “West End Girl”, inspirado y catártico repaso en clave musical a la disolución de su matrimonio con David Harbour. “Autoficción” en forma de grandes temas pop.
| Por Juan Manuel Freire
Está costando ver al policía Hopper en la quinta temporada de “Stranger Things” sin que según qué estribillos vuelvan a la cabeza. Nos referimos, claro, a los muchos buenos que contiene “West End Girl”, el álbum en que Lily Allen desgrana la degradación de su matrimonio con David Harbour, el actor que interpreta al padre adoptivo de Once (Millie Bobby Brown) en el éxito de Netflix.
Con su quinto álbum, el primero que lanza desde “No Shame” (2017), Allen hace buena la teoría de que nada como una ruptura para hacer el disco de una vida. Ella prefiere llamarlo “autoficción”, pero demasiadas cosas encajan con la realidad y será inevitable que ahora veamos a Hopper con otros ojos.
Honestidad brutal
Allen y Harbour se conocieron en la app de citas Raya en 2019 y al año siguiente ya estaban casándose en la capilla Graceland de Las Vegas. En los primeros años de matrimonio, ella sufrió bastante para hacer canciones. Una vez se acabó el amor, las compuertas de la creatividad se abrieron y le sobraron las ideas. Según cuenta la leyenda, Allen creó y grabó el disco (con un poco de ayuda de compositores y productores) durante solo un periodo de diez días. La primera canción en terminarse fue “Just Enough”, en solo tres horas, pero es que además ese mismo día hicieron también “Tennis”.
El disco tiene una estructura cronológica y antes suena “West End Girl”, sobre cómo se mudó a Nueva York para estar con él y cómo, después de volver a Reino Unido para trabajar en una obra, su media naranja le preguntó qué pasaría si se dieran permiso mutuamente para verse con otras personas. “Ruminating” es sobre la neurosis resultante de aceptar ese arreglo. Estar en esa situación supone para Allen, por ejemplo, obsesionarse con pistas y nombres de mujer, como Madeline, personaje imaginario (pero construido a partir de algunos reales) que aparece en el corte del mismo título y en “Tennis”, fantástico tema en torno al dolor de saber que su marido no solo ha tenido sexo con otra, sino que, además, ha jugado al tenis con ella.
La canción más cruda y a la vez más pegadiza (Top 10 en Reino Unido) debe ser “Pussy Palace”, en la que nuestra heroína descubre a qué dedicaba su marido ese fantástico apartamento en el West Village.
Y, además, gran pop
Como decíamos al principio, lo que acaba de convertir “West End Girl” en un disco memorable es, sencillamente, lo condenadamente buenas y adictivas que son sus canciones. Las letras de Allen se mecen en las mejores melodías de su autora desde los tiempos de “It’s Not Me, It’s You” (2009), el disco de “The Fear” y la ya bien frontal “Fuck You”; hay que investigar en las carreras de sus ayudantes en este aspecto, Violet Skies, Hayley Gene Penner y Chloe Angelides. Algo como “Relapse”, solo por ejemplo, lo firmarían gustosos Neil Tennant y Chris Lowe de Pet Shop Boys. Palabras mayores.
Después está una producción tan variada como cuidada, a pesar del poco tiempo que, en apariencia, se invirtió en ella. Hay que dar la enhorabuena, sobre todo, a Blue May y Kito, aunque muy diversos productores fueron y vinieron durante los citados diez días para hacer aportaciones. A veces, las elecciones estilístico-formales acompañan a la narrativa: en “Ruminating”, los filtros vocales y la mareante producción espejean la caída de la heroína en una espiral obsesiva después de aceptar un matrimonio abierto con su marido; “Relapse”, con su ritmo arrítmico, muestra las dificultades de Allen para mantenerse sobria y caminar derecha en mitad de una relación con tantas lagunas.
En otras ocasiones, el sonido es un contrapunto irónico a lo que se cuenta en las canciones: “Tennis” suena a soul sedoso, como corresponde a una escena doméstica idílica… en la que se cruzan el engaño y los celos; “Dallas Major” tiene sonido disco agradable, pero el regreso de Allen a la escena de citas no es en realidad cómodo ni placentero: “Sí, estoy aquí en busca de validación y probablemente debería explicar/ Cómo mi matrimonio ha sido abierto desde que mi marido fue por mal camino”, canta ella con deliciosa autoironía en uno de los muchos hits de un disco con aires de clásico instantáneo. La sorpresa agridulce de la recta final de 2025.
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