Las 10 mejores canciones de Kendrick Lamar
El rapero que ha definido a toda una generación enfrenta su primera gira mundial de estadios con parada próxima en Barcelona (el 30 de julio en el Estadio Olímpico). Antes, repasamos sus diez mejores canciones
La de Kendrick es una historia curiosa: un rapero a priori un poco gafapasta –inolvidable el outfit de su primer concierto en España, en el Primavera Sound de 2014, con camisa de cuadros y flanqueado por una banda con remeras del FC Barcelona; casi diríase que el paquete indie de la época al completo– que termina, por la fuerza de su mensaje, pero también por un estilo que sabe moverse a la perfección entre la validación underground –los grandes capos de la Costa Este le proclamaron desde muy joven el heredero del gangsta rap, aunque su forma de expresarse y de construir narrativas, así como su imagen pública, poco o nada tenían que ver con los Gs, y todo con los raperos conscientes–, la mal llamada “alta cultura” –Kendrick se convirtió en 2018 en el primer rapero en ganar el Premio Pulitzer de Música, un galardón habitualmente reservado a compositores de música clásica y clásico-contemporáneo– y el mainstream –colaboraciones con Taylor Swift, Rihanna o U2, por ejemplo, o temas claramente diseñados para la radiofórmula rap como “HUMBLE”–, conquistando el mundo entero. Haciéndole honor a que su leyenda viva ante el gran público se dio un gran baño de masas con su actuación en el pasado Halftime Show de la Super Bowl. Uno que quizá no debería corresponderle, pues en el fondo todo esto viene de la salida de madre de un beef con Drake, un rapero en principio mucho más “famoso” que él, pero también uno que se está gozando como si fuera el último trago. Y lo que diga el futuro, ya se verá. Antes de que actúe, junto a SZA, en el Estadio Olímpico de Barcelona el próximo 30 de julio, repasamos las diez mejores canciones de Kendrick Lamar.
Disclaimer: Hemos ido a por los bangers, para los que dicen que no los tiene.
10. “Swimming Pools (Drank)”
Es fácilmente argumentable que esta canción sobre alcoholismo y presión de grupo, dos de los grandes caballos de batalla del primer Kendrick Lamar, que retrataba en “Good Kid, m.A.A.d city” su lucha por la supervivencia en las calles de Compton, cambió para siempre la historia del hip hop. Publicada en 2012, se coló en las listas de Dinamarca, Francia o Italia, alcanzó muchos tops de medios, le valió a Kendrick sus primeras actuaciones en la televisión –y en festivales de todo el mundo– y en apenas dos años ya estaba emitiéndose en la radio del “GTA V”. No era para menos: “Swimming Pools (Drank)” tiene todos los ingredientes que terminarían convirtiendo a Lamar en el mejor rapero de su generación: el delivery descomunal, completamente entroncado con el beat sea cual sea el beat, acelerándose si lo piden las normas de un hip hop ya completamente deudor de la frialdad tresillada del trap y deteniéndose en el tiempo ante sintetizadores espaciales; el cambio de nasalidad para intercambiar personajes, el estribillo inapelable y un beat switch tras otro en un final en el que el sueño se convierte en pesadilla. Empezamos así, sí. Es que flipas con Kendrick Lamar.
9. “Alright”
Si “Swimming Pools” puso a Kendrick en el mapa mundial, “Alright” definitivamente le situó como un peso pesado en el mainstream valiéndole dos premios Grammy. Pero no es lo importante de este tema inspirado en el viaje de Lamar a Sudáfrica y contenido en su álbum más deliberadamente político, “To Pimp a Butterfly” (2015): lo importante es su mensaje, que la ha convertido desde entonces en un himno en contra del racismo, emblema del “black power”. Y una producción entre el funk y el jazz que, de nuevo, abrió toda una veda en la música californiana presentando una superbanda en la que, partiendo de Pharrell, que produce aquí junto a Sounwave, y de un Flying Lotus que sirvió poco menos que de guía espiritual, también encontramos a Terrace Martin, Thundercat o Kamasi Washington.
8. “HUMBLE”
¿Que la peña piensa que Kendrick no es divertido y solo sabe rapear sobre cosas demasiado serias? Pues toma. “HUMBLE” fue el primer sencillo de “DAMN.” (2017) y todo un golpe sobre la mesa: no solo es que sonara exactamente así, como golpes en la mesa, o en el piano más bien, constantes sobre los que Lamar flexeaba por primera vez como le daba la gana –ese “My left stroke just went viral” que aún hoy pone los pelos de punta–, es que además abrazaba un beat “tonto”, y minimalista, y siniestro, de Mike Will Made It que en principio iba a ser para Gucci Mane. Una prueba realmente innecesaria de que Kendrick también sabía moverse como pez en el agua de las músicas más desenfadadas, y que su interés en los beats más electrónicos no era una cosa casual –mira “LUST”, por ejemplo: alto nivel–.
7. “DNA”
Gemela malvada de “HUMBLE”, aún más oscura e hipnótica, también más iracunda, “DNA” incluía elementos ragga y un diseño casi noise en su tremenda segunda mitad, puro fuego y puro compromiso a los subwoofers, para certificar, ahora sí, un antisingle de manual, un caballo de Troya mucho más eficaz, inyectando en el mainstream los virus de las producciones más experimentales de hip hop.
6. “Backseat Freestyle”
Inspirada según el propio Kendrick en el delivery agresivo de Eminem, “Backseat Freestyle” fue también una de las primeras pruebas de que Lamar podía manejarse en terrenos no tan melódicos, duros, oscuros, y que sus fraseos eran capaces de adaptarse a prácticamente cualquier situación y rapeando sobre cualquier cosa, incluido desear que “tu polla sea tan grande como la Torre Eiffel para poder follarte al mundo durante 72 horas”. En la segunda mitad, mientras ese cencerro siniestro sigue golpeando hasta la alucinación, Lamar se enfurece más y más hasta explotar en una de las estrofas más duras de su discografía: “Biatch! I look like OJ, killing everything from pussy to a motherfucking Hit-Boy beat / She pussy poopin’ and I got options like an audible, I be / C-O-M-P-T-O-N, I win, then ball at your defeat / C-O-M-P-T-O-N, my city, mobbin’ in the street”.
5. “N95”
Un poco la misma lógica que con “HUMBLE”, “N95” es la excepción , pero esta golpea aún más fuerte con un diseño sonoro también tenebroso y minimalista, pero propulsado en este caso por un sintetizador bajo. Kendrick, como siempre, a lo suyo, empezando en unos terrenos maduros, casi susurrados, que conectan con la temática de la canción, dejarse consumir por la fama, el ego y el dinero, y acelerándose y agitándose estrofa tras estrofa, refiriendo a “HUMBLE” por el camino en ese “Hol’ up! Hol’ up!” y permitiéndose tan solo un segundos para respirar: “Ventin’ in the safe house”. “Dime lo que harías por estética. ¿Venderías tu alma por dinero? ¿Venderías a tu hermano por medrar?”.
4. “Sing About Me, I’m Dying of Thirst”
De alguna manera todos los personajes y todas las líneas narrativas que Kendrick, clásico y moderno a la vez, maneja en “Good Kid, m.A.A.d. city”, y que se retrotraen realmente hasta su primera mixtape, “Section.80”, culminan en esta canción de más de diez minutos y dos partes –a su vez divididas en otras dos– que dejaba claro que Lamar no era un rapero más, y que su interés por el storytelling iba a ser, al menos en la época, diferenciador, extrañamente luminoso en su crudeza. Grabaciones, cambios de voz, coros, escenas perfectamente contorneadas, una outro kanyewestiana en la que de nuevo el rapero angelino demuestra su enorme versatilidad… Destacaría una frase pero es un no parar: una canción digna de estudio que podría ser top 1 de muchas carreras completas en el hip hop.
3. “i”
El propio Ronald Isley de The Isley Brothers dio personalmente el consentimiento para la utilización del sample de “That Lady” que viste este temazo de arriba a abajo, donde el mítico músico también aporta unos cuantos ad-libs. Una jam frenética de gospel funk que evoca las escenas de música negra en los años setenta, tanto musical como líricamente, “i” apela al black pride de buen rollo, de fiesta, hasta que Kendrick se pone serio y para la música en medio del gentío para soltarse un discurso que se convierte en un freestyle que deberían ponerle a los niños en las escuelas. “Kendrick Lamar, by far, realest negus alive”.
2. “m.A.A.d city”
Con Schoolboy Q dejando su mítico “yawk!”, la colaboración de uno de los capos del colectivo Compton’s Most Wanted y una base de puro gangsta rap que en su segunda mitad, gracias a la producción adicional de Terrace Martin, se convierte en una fantasía de G-funk que para un madrileño blanco de poco más de 18 años en la época era como volver por un momento al “San Andreas”, “m.A.A.d city” lograba, además de recrear a la perfección a nivel sonoro la atribulada vida de violencia callejera sobre la que Kendrick rapea a base de tiros, sirenas policiales, cuerdas asfixiantes y beats nerviosos y acelerados, una fórmula que realmente no ha logrado replicar desde entonces, o al menos no con tanta maestría: el híbrido perfecto entre un rapero consciente y un rapero gangsta, entre la narrativa de un pen afilado y reflexivo y un hardcore de pensar poquito y mover mucho las manos y la cabeza.
1. “Money Trees”
Hemos estado hablando o de cosas muy profundas o de flexeos y otras tribulaciones asociadas a la fama a lo largo de este repaso, pero pocas veces de uno de los temas que mejor se le da a Lamar: lo cotidiano, lo rutinario. En “Money Trees”, junto a un Jay Rock impecable, y con la deliciosa colaboración vocal de Anna Wise –“Hit the streets, then we break the code? No way. Hit the brakes when they on patrol? No way”–, se sublima al respecto, poniendo su compleja y detallada narrativa al servicio de slices of life en constante movimiento, incluyendo comentarios emocionales sobre lo contado y abriendo así distintos planos de significado, y dejando, además, un estribillo directamente legendario: “Everybody gon’ respect the shooter, but the one in front of the gun lives forever”. Por si todo esto fuera poco, “Money Trees” fue quizá la canción que terminó de certificar, con su sample del “Silver Soul” de Beach House, un idilio entre el hip hop y el indie del que Kanye West ya estaba completamente convencido, y que ya había dejado los coqueteos de ida y vuelta entre Jay Z y Beyoncé con bandas como Animal Collective, Vampire Weekend o Grizzly Bear.
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