Maná

Las 10 mejores canciones de Maná

Este verano los mexicanos se embarcan en una nueva gira por nuestro país que les traerá al Santander SMUSIC Festival. Repasamos sus diez mejores canciones para la ocasión

| Por Diego Rubio

Tachados muchas veces de vendidos desde ciertos sectores agrios y puristas del rock, Maná son, sin embargo, y quizá indiscutiblemente, la banda de rock hispano más grande de todos los tiempos. Y no se llega allí vendiéndose –quizá sí ciñéndose demasiado a una fórmula funcional–, sino haciendo grandes canciones con capacidad para llegar a todos. Y en esto Fher Olvera y compañía son, podría decirse, unos maestros. Repasamos las diez canciones más icónicas antes de su próximo paso por nuestro país, con fechas en Tenerife, Lanzarote, Fuengirola, Sevilla, Alicante, Santiago y Madrid, como parte de la programación del Santander SMUSIC Festival.

10. “Te lloré un río” (“¿Dónde jugarán los niños?”, 1992)

Una balada con aires tropicales de las que empezaron a desarrollar los mexicanos en su segundo álbum, el que les puso definitivamente en la posición para convertirse en una de las bandas banderas del rock latinoamericano. En la época se exageró mucho todo porque ya se sabe, años 90 y tal, generando un backlash comparable al experimentado por Bon Jovi o Nickelback en EEUU, pero lo cierto es que durante unos años Maná fueron lo que luego sería Juanes, saliendo definitivamente del espectro alternativo que cubrían bandas como Soda Stereo, Enanitos Verdes, Caifanes o Café Tacvba.


9. “Perdido en un barco” (“Falta amor”, 1990)

Después de la experiencia de Sombrero Verde y un debut homónimo para Maná más claramente rockero que fue un completo fracaso, el cuarteto mexicano logró la confianza de Warner para lanzar su segundo disco, abrazando una sonoridad que, sin dejar de ser rockera y un poco fresca –en México se estaban dando movimientos para reivindicar a una nueva juventud con ganas de crear y la composición en castellano–, se abría a géneros tradicionales de gran calado en Latinoamérica, como la salsa. “Perdido en un barco” es el mejor ejemplo.


8. “Falta amor” (“Falta amor”, 1990)

Al principio Maná eran una banda de rock mucho más juvenil de lo que pudiera parecer después, y no solo eran capaces de hacer baladas y de emular convincentemente el sonido de The Police. “Falta amor”, junto a Alejandro Lora de El Tri y con su incendiario wurlitzer, se arrima a la sombra de Andrés Calamaro para dejar uno de los alegatos políticos y sociales que definirían sus primeros pasos de carrera.


7. “En el muelle de San Blás” (“Sueños líquidos”, 1997)

“Cuando los ángeles lloran” (1995) había supuesto definitivamente el giro “adulto” de Maná, y gracias a esa tarjeta de visita AOR lograron empezar a calar en el imaginario colectivo más allá de México y del mercado latino: colaboraciones con Francis Ford Coppola, multitudinarias giras por EEUU, festivales como Montreaux… “Sueños líquidos”, dos años después, aprovechó conscientemente ese impulso para terminar de asentarles como gran banda del rock radiofónico latino: con riffs más maduros y una síntesis de influencias caribeñas más perfeccionada –ojo a canciones como “Hechicera” o “Chamán”–, se convirtió rápido en el blueprint de Maná. “En el muelle de San Blás” refleja bien la cualidad oceánica del disco, pero también la renovada capacidad de Fher Olvera para facturar baladas. Salseo: el arte del disco se supone está inspirado en aquel cuadro de Letizia Ortiz semidesnuda, y muchas de sus letras reflejan la relación amorosa que mantenían por entonces Olvera y la que sería nuestra reina consorte; pocos años después llegarían los reproches de “Mariposa traicionera”.


6. “Labios compartidos” (“Amar es combatir”, 2006)

El giro U2 de Maná –de hecho la idea inicial de la banda era contar con ellos como featuring, y no con Juan Luis Guerra–, coincidiendo con su confirmación definitiva como banda de estadios con fuelle de sobra hasta la retirada y con números comparables a los de una superestrella del pop como Shakira. Gracias a “Amar es combatir”, y sobre todo a su primer sencillo –también con influencia de Coldplay–, los mexicanos consiguieron además abrirse a los oídos de las nuevas generaciones.


5. “Rayando el Sol” (“Falta amor”, 1990)

El segundo trabajo de Maná no fue un éxito de primeras –era difícil teniendo en cuenta el batacazo del que venían–, pero gracias a la lenta pero segura penetración radiofónica de su primer sencillo por toda Latinoamérica, no solo México, un año después de su lanzamiento la banda ya empezaba a consolidarse como fenómeno internacional. Con el tiempo Olvera ha comentado que gracias al éxito de “Rayando el sol” Maná siguió existiendo, porque por un segundo estuvieron a punto de tirar la toalla.


4. “Vivir sin aire” (“¿Dónde jugarán los niños?”, 1992)

Definición antonomásica de lo que la balada significa para Fher Olvera: que los melenudos también tienen sentimientos es algo que ya quedó claro en los 80, pero aquí los mexicanos lo llevan a la máxima potencia gracias a la intensidad latina y los influjos caribeños.


3. “Oye mi amor” (“¿Dónde jugarán los niños?”, 1992)

Entre Radio Futura, Platero y tú y Hombres G, muy rock español, pero con un inconfundible regusto latino, riff de khena incluida, y una deuda impagable con The Police que brilla sobre todo en el estribillo, “Oye mi amor” fue durante muchos años la gran bandera de Maná, la canción que supuso su primer encabezamiento en las listas de Billboard y, seamos sinceros, un fijo en los karaokes hispanos desde entonces.


2. “Clavado en un bar” (“Sueños líquidos”, 1997)

Otro tema en el que se impone la obsesión de Olvera con Sting, pasando con mucho groove del reggae rock a una intensidad más power pop, con un solo de guitarra muy al estilo de los shredders new age de finales de la década, Joe Satriani sobre todo. Fher ha reconocido que la idea era hacer una canción con rollito mariachi, un lamento beodo y muy pasional, pero en versión rockera. Y no le salió nada mal: “Clavado en un bar” es, quizás, la canción más representativa de Maná.


1. “Corazón espinado” (“Supernatural”, Santana, 1999)

En el momento más grande de Maná, justo después de “Sueños líquidos” y coincidiendo con el lanzamiento de su “MTV Unplugged”, un honor básico a finales de los 90 para cualquier banda de rock más o menos respetada en los circuitos especializados no cool pero con éxito comercial –vamos, Hall of Fame, donde este año pueden convertirse en la primera banda de rock hispana reconocida; no esperes verles reivindicados en Pitchfork–, Maná obtuvieron quizá la confirmación espiritual que necesitaban: la de los popes rockeros. Santana, el mito, contó con ellos para una de las mejores canciones de “Supernatural”, un trabajo que además de conquistar nueve Grammys supuso la resurrección artística del guitarrista chicano. Allí compartieron libreto con Eric Clapton o Lauryn Hill. Casi nada.



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