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Las diez mejores canciones de Nathy Peluso

Del jazz latino al trap divino: un top ten para entender el universo cambiante de Nathy Peluso

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Nathy Peluso no se limita a cantar: encarna, provoca, muta. En menos de una década ha construido una de las carreras más poliédricas del pop iberoamericano, moviéndose con naturalidad entre el hip hop, el bolero, el jazz y la bachata, siempre con una teatralidad que convierte cada canción en una escena y cada vídeo en manifiesto. Su obra es una cartografía del deseo, del poder y de la identidad contemporánea, donde la ironía convive con la emoción más cruda.

Ahora, tras consolidar su estatus internacional, Peluso regresa a los escenarios con dos fechas clave en 2026: el 14 de febrero en el Palau Sant Jordi (Barcelona) y el 17 en el Movistar Arena (Madrid). Aquí, diez canciones esenciales para entender su universo.


10. Aprender a amar

Peluso se sumerge en el magma del poder y la revolución con “Aprender a amar”, una canción donde la sátira política se funde con una producción a lo Kanye West: trompetas grandiosas, percusión monumental y una voz que alterna ternura y sarcasmo. Aquí, el amor no es sentimental sino estructural: una metáfora de transformación social. “Todo queremo’ la revolución”, lanza, pero también se ríe de la inercia colectiva.


9. La Tirana (con Mon Laferte)

Con Mon Laferte, Peluso revisita la tradición del bolero con una intensidad casi almodovariana (no en vano ya cantó para él en el documental de Los Javis). “La Tirana” es un duelo vocal entre dos mujeres heridas pero invencibles. El dramatismo orquestal remite a La Lupe, pero el subtexto es moderno: gaslighting, sororidad, autodefensa. Nathy brilla aquí como intérprete total, capaz de unir teatro, política y ternura en una misma respiración.


8. Buenos Aires

En “Buenos Aires”, Nathy Peluso abandona los artificios del personaje y se muestra como una autora de piel y memoria. Es una balada atmosférica, suspendida entre el soul urbano y la melancolía porteña, donde su voz parece empañada por el vapor de la nostalgia. Peluso se reencuentra aquí con la raíz y la vulnerabilidad. Su madurez se siente en cada pausa: una canción que mira atrás sin dejar de reinventarse.


7. Vivir así es morir de amor

Nathy Peluso reimagina el clásico de Camilo Sesto como si fuera una escena perdida de “Twin Peaks”: soul barroco, cuerdas noventeras, dramatismo kitsch convertido en lujo. Su versión es tanto homenaje como resurrección. Con una producción retrofuturista, Peluso encarna a la diva que no teme exagerar, porque sabe que en el exceso está la verdad. En esta interpretación, el bolero y el pop se funden en pura teatralidad emocional.


6. La Sandunguera

“La Sandunguera” es el manifiesto fundacional del universo Peluso. Su jazz latino, deformado por el rap, crea un espacio nuevo donde el virtuosismo y la calle conviven. “Este es mi jazz latino”, canta, pero enseguida rompe su propia definición: ni salsa ni trap, sino algo intermedio y mestizo. Peluso convierte el feminismo en ritmo, la identidad en espectáculo. Aquí nace la artista que baila entre continentes sonoros y desafía toda frontera.


5. Ateo (con C. Tangana)

La colaboración con C. Tangana en “Ateo” llevó a la bachata a una dimensión sacrílega y sensual. En la Catedral de Toledo, amor y fe se enfrentan en un ritual de deseo. Peluso y Tangana se debaten como dos herejes iluminados, haciendo del cuerpo un lugar de adoración. La canción, con su ironía religiosa y su cadencia carnal, simboliza el arte de Nathy: un equilibrio imposible entre lo profano y lo divino, lo teatral y lo íntimo.


4. SANA SANA

“SANA SANA” es furia convertida en arte. Con su frase “si el FMI me la toca”, Peluso convierte una rima infantil en un manifiesto antisistema, uniendo la inocencia del consuelo con la rabia del despertar. La producción, firmada por un dream team de beatmakers internacionales, tiene una fisicidad hipnótica: tambores, bajos sucios y una voz que arde. Es la Nathy más peligrosa, más política, más teatral.


3. Business Woman

“Business Woman” es el retrato definitivo de Nathy Peluso como criatura de poder. La canción suena como si Missy Elliott hubiera pasado por un filtro de tango electrónico: beats agresivos, sensualidad industrial, letras afiladas. “Me llaman porque soy una business woman”, repite, pero detrás del estribillo hay un manifiesto: la independencia femenina como espectáculo. Puro empoderamiento encarnado.


2. BZRP Music Sessions #36

Una performance de poder y autoparodia, “BZRP Music Sessions #36” es el equivalente de Peluso a una ceremonia de coronación. Con Bizarrap como alquimista del beat, Nathy encarna la diva posmoderna, mitad femme fatale, mitad meme, alternando entre inglés y español como si cambiara de máscara. “I’m a nasty girl, fantastic” no es solo un estribillo: es una declaración de soberanía corporal y cultural. En pleno 2020, cuando todos estaban encerrados, ella se mostraba invencible.


1. Corashe

“Corashe” fue la semilla del mito. Una canción que anunciaba lo que Peluso sería: híbrida, indomable, sin etiquetas. Entre la épica del jazz latino y el pulso del rap, despliega una energía que es tanto femenina como felina. “Tengo corashe, tengo corashe” se volvió consigna y espejo. Su flow teatral entre el spoken word y el cabaret revela la escuela del performance: más Nina Simone que Nicki Minaj, más Edith Piaf que trapera. Un himno de identidad y resistencia que sigue encendiendo los escenarios.


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