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Saiko y el éxito repentino en la música urbana

Aproximándose a lo masivo

Aunque el reguetón en España lleva más de veinte años “estando ahí”, tardó bastante más en generar una escena genuinamente nuestra, más allá de la pura devoción por los artistas puertorriqueños. Hubo conatos, claro, como las K-Narias, H.O.B. o la ola electrolatina que dejó hits con la carrera de Danny Romero, pero todos podemos estar más o menos de acuerdo en que la culpa del asentamiento del reguetón en el imaginario patrio, la culpa de la aparición de un reguetón puramente español, recae casi en exclusividad sobre Yung Beef, sobre Maka y Dellafuente y sobre el dúo de productores Los del Control. Y, por lo tanto, se sitúa geográficamente en Granada, aunque el otro punto siempre fueran las Islas Canarias, aunque la actividad de “El Seco” permitiera una especie de desdoblamiento en la ciudad de Barcelona y aunque Madrid siempre estuviera, de una forma u otra, ahí. Saiko, que apenas ha cumplido los 21 años, es de la ciudad de la Alhambra y recuerda a Beef y a Dellafuente cuando habla de su devoción por el género, casi tanto como recuerda a Daddy Yankee, Nicky Jam o Don Omar.

Empezó a producir y a grabar música desde muy pequeño. A los 12 años ya escribía letras, a los 13 se empezó a aficionar a la escena del freestyle y a los 14 lanzó su primera canción. Empezó con su hermano, con el que formó –con La Mafia del Amor en la cabeza– el dúo reguetonero Wido y Saiko, y poco a poco se fue haciendo hueco en la escena urbana granadina. Pero eran tiempos muy vinculados al underground y, como coinciden muchos artistas del momento, las proyecciones de futuro, por entonces, no eran verdaderamente realistas. Fue la imposición del nuevo paradigma desde los cimientos de las músicas urbanas lo que empezó a provocar el cambio: Dellafuente triunfó en el mainstream tras su colaboración en “Guerrera” con C. Tangana, que ya comenzaba a tender puentes con el reguetón. Yung Beef era cada vez más influyente y surgían figuras como Soto Asa, Kaze o, también en Granada, J Abecia y el productor Toni Anzis, del mismo modo que desde Cádiz despuntaron los productores Beauty Brain siguiendo el modelo de Los del Control. Empezaba a construirse una escena de la que Saiko fue partícipe, más activa o más pasivamente, desde el principio.

De hecho, fueron Los del Control los que le tendieron la mano para rematar su primer tema lanzado oficialmente como Saiko, “Te quiero fuera”. Una suerte de bendición que llegó después de la cuarentena, en un ecosistema en el que las posibilidades que ofrecen nuevas plataformas y nuevas vías de acceso a las propias comunidades virtuales le daban a esta generación de artistas el último empujón necesario para tomarse en serio una carrera en la música. Desde entonces su progresión ha resultado ser arrolladora, con un 2021 en el que coqueteó por primera vez con el éxito gracias a un tema autoproducido de pop latino electrónico en clave romántica –“Cosas que no te dije”, un composición claramente post-“Todo de ti” que ya lo situaba en la estela de Rauw Alejandro– y que también lo vio aparecer en importantes trabajos de JC Reyes –“Los Green Lanterns”– o Pepe : Vizio –“Buenos y prósperos días”–. Pero no fue hasta 2022 cuando llegaría su verdadera explosión: en apenas un año pasó de su barrio a girar como telonero de Feid en Estados Unidos. Y hoy –aunque en su discografía haya drill como “Ferrari” o trap latino como “Viernes 13”– está consolidado como una de las banderas de nuestro nuevo reguetón, en conversación intensa con Latinoamérica y en hermanamiento con la vía canaria.

Colaboraciones con Quevedo –“Jordan I”, amplificada por el posterior arrase de la sesión del canario con Bizarrap– o un remix junto a Lola Índigo –“Humedad”– le abrían hueco entre la audiencia más generalista. Pero, sobre todo, aparecía como uno de los nombres principales de ese junte para la historia que es “Turbulencias”, primer sencillo del que fuera el primer disco de Kabasaki en solitario tras independizarse de Beauty Brain y “reunión en la cumbre” de la nueva ola de reguetón con la participación de, entre otros, el mismo Quevedo, La Pantera, Juseph o Love Yi.

Sentadas las bases y con una evidente proyección internacional, su primer EP, “1371 KM” (Autoeditado, 2022), reducía las distancias entre España y Venezuela, entre Puerto Rico y las Islas Canarias, a través de tres temas concisos e irresistibles que aunaban la herencia de Jowell & Randy y el reguetrón de Rauw Alejandro a través de las corrientes del reguetón plugg. Tres composiciones producidas por Came Beats –autor de, entre otros muchos clásicos, “Me gustaron tus nai” de Soto Asa y Yung Beef–, por el dúo boricua Ninow y Candy y por BlueFire, uno de nuestros beatmakers más prometedores surgido de la nueva generación de artistas canarios. Entre ellas destaca la brillante y ultradigital “Polaris”, que termina marchándose sorprendentemente cómoda hacia el drum’n’bass, para deleite de los admiradores de Merca Bae. Al cohete de este hit indiscutible no tardaron en subirse Quevedo, Feid y Mora con un remix que sitúa el tema bien arriba en la constelación de playlists mundiales.

Tras nuevas producciones con Came Beats y BlueFire, y colaborar con Abhir Hathi, cerró 2022 con el doble sencillo “2 opciones”, que explora nuevos territorios. Y desde entonces han llegado temas en una tradición más club como “Sikora”; “Las Bratz”, remix con Nickzzy, Aissa o El Bobe; colaboraciones con Danny Romero, Alejo, Soge Culebra u Omar Montes… También con Ozuna, en un junte para seguir fortaleciendo los puentes al otro lado del charco y confirmando, definitivamente, la explosión internacional del granadino. Y para explosión estelar, la de “Supernova”, su mayor éxito por el momento, que incluye interpolación de Melendi y continúa la vía abierta por “Polaris”, un viaje astral de perreo y breakbeats que luce con intensidad propia en un firmamento en el que a veces cuesta distinguir las diferencias. Sin complejos y con el mundo por delante, el siguiente paso debería ser un trabajo largo que nos confirme lo que a día de hoy parece una evidencia: estamos ante uno de los artistas más inquietos y originales que actualmente pueblan ese difícil limbo que se encuentra entre el underground y el éxito masivo.


Escrito por Diego Rubio

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