Isabella Lovestory

Isabella Lovestory expande su universo en “Vanity”

La artista hondureña Isabella Lovestory, vanguardia del neoperreo actual, entrega en su segundo álbum un reflejo distorsionado de la belleza, pero también del reguetón, del trap o de un repertorio romantizado de R&B, pop y punk dosmilero

| Por Diego Rubio

“Amor Hardcore” (2022), el primer álbum de Isabella Lovestory, nos presentó a una artista sorprendente que jugaba a la provocación a través de un personaje ultrafeminizado y algo vampírico que desafiaba los convencionalismos del neoperreo –esencialmente reguetón y dembow enfrentados con el enfoque digital de las corrientes derivadas del plugg y del hyperpop– abriéndose al espectro de la electrónica experimental. Como sucedió con el trap, muchos no se tomaron en serio a la hondureña radicada en Montreal y muy asidua de Manchester y Nueva York en aquel momento, aunque en su currículum ya contara con colaboraciones con importantes productores británicos como Mura Masa o Florentino o con créditos en algún que otro éxito de la agrupación femenina de k-pop LE SSERAFIM.

En su segundo trabajo, “Vanity” (2025), Isabella adopta la misma fórmula, un personaje que represente una versión maximalista y exagerada de todas sus obsesiones y una intro que funciona como un trailer mix de todas las canciones del álbum, pero cambia el hardcore por la sutileza y experimenta aún más con sus tonos y sus moods electrónicos, fundiendo sintes retro con producciones de trap contemporáneo y sonidos industriales con con ramalazos electro. Lo analizamos en algunas claves:

La erótica como actitud

En temas como “VIP”, con su contundencia trap y sus sintetizadores gangster; “Putita Boutique”, con la colaboración de otra puntal del neoperreo, la chilena Taichu, y el productor asociado a la Drain Gang Mechatok, o la agresiva y flexiva “Perfecta”, Isabella explota su feminidad desde un lugar empoderado pero también extraño, desafiando las ideas tradicionales asociadas a ellas. Vampiros, androides y otros monstruos pueblan el imaginario erótico de Isabella, que se proyecta a sí misma de todas las formas posibles, pero siempre con ese punto trash, gótico, siniestro, freak, nasty… Dulce y sucia a la vez, tierna y hardcore, explícitamente sutil. “No tienes que decirme que soy preciosa, ya sé que es bastante obvio”, canta en el estribillo de “Gorgeous” sobre una producción de R&B dosmilero que en la estrofa le permite además desplegar sus dotes de rapera.



Poca broma…

Una de las características del sonido Lovestory tiene, indirectamente, mucho que ver con una tradición musical normalmente denostada que en el mercado latino –España, México, Italia como bastiones primordiales– siempre ha tendido a funcionar muy bien: un pop “televisivo” –o un pop del espectáculo, pues ahora las pantallas de los móviles son el escenario, y no tanto las televisiones–, teatral, paródico incluso, que desafía ciertos convencionalismos del “buen gusto” y está ciertamente (y a veces siniestramente) pensado para ser disfrutado por toda la familia. “A mí me gusta el drama, es mi diversión, película mafiosa en la televisión [...] Mucho drama, como una telenovela. Todas mis perras, malas, como Barbarella (Televisa)”, suelta en el ciberperreo “Telenovela” con la energía incontrolable de una Ivy Queen contemporánea.


En el libro de estilo de Isabella no es descabellado encontrar así a artistas mexicanas como Maria Daniela y su Sonido Lasser o Sailorfag, que tuvo su gran momento viral justo antes de la pandemia y que siempre se debatió entre artista “de verdad” y fenómeno de Internet, o como una pionera en este sentido, la Tamara/Yurena de “A por ti”: “Armas de mujer para hacerte enloquecer, zapatos de tacón, medias negras y sin ropa interior” es, desde luego, una frase que perfectamente podríamos escucharle a una Isabella Lovestory a la que no le importa amenazar a su próxima presa amorosa.

Esa especie de cringe recorre de arriba a abajo la música y la persona de la artista hondureña, y se explicita especialmente en canciones como “Eurotrash”, magnífica deconstrucción del eurodance en clave trap con producción adicional del chileno Kamixlo y barras como estas: “Con mi bolsa, no sé si es de verdad, no me importa, a mí me gusta la trashy moda, me gusta tener camisa rota” o “Vamo’ a hacerlo como Monica Bellucci, vampírica pero adentro peluche ditzy. Yo soy dulce, pregúntale a tu bichi, random hoe sexy como La Zowi”.



Una diva experimental con lado sensible

Lo mejor de “Vanity”, en cualquier caso, es la capacidad que tiene Isabella para mostrar su corazoncito entre tanto metal y tanto revestimiento hyper, así como su alta adaptabilidad para saltar de género en género con ambiciones siempre propositivas sin perder el espíritu en ningún momento. “Fresa Metal”, por ejemplo, ofrece una salida extraña del dembow distorsionando y pichando sintes cumbieros, y la ya mencionada “Eurotrash” subvierte las expectativas del eurodance elaborando conceptualmente sobre un futuro hipotético del freestyle en el que este se ha fusionado con el purple sound.

Isabella va, en cualquier caso, aún más allá, y en la homónima “Vanity”, ofreciendo una especie de versión siniestra de proyectos de pop sintético como el de Javiera Mena –La Bien Querida de “Premeditación, Nocturnidad y Alevosía” es una referencia seguro indirecta e inconsciente–, empieza a mostrarse también vulnerable: “Estoy sola con mi rímel en el cuarto de algún hotel”, canta. “Soy mi propia ilusión, soy una lluvia llena de adicción”. La reflexión atañe entonces a su propia proyección performativa, a esa “fantasía” que Isabella “no puede atrapar” y en la que se confunden constantemente su personalidad y su persona.

La maravillosa “Pill” le sigue la pista pero desde una clave más sugerente, sensual, romántica y desiderativa, y “Tú te vas”, finalmente, adopta una oscura forma de trap introspectivo desafiando los subwoofers para la última declaración de amor.



Disfruta del 100% de las ventajas de SMUSIC haciéndote cliente Santander aquí