“Jackboys 2”: legado insustancial para el rap contemporáneo
El grupo liderado por Travis Scott y formado junto a sus pupilos en Cactus Jack Records regresa en un segundo volumen con algo de forma pero muy poco contenido
Travis Scott presenta la segunda entrega de Jackboys, el colectivo que forma con todos los artistas firmados en su propio sello, Cactus Jack Records, seis años –y una pandemia– después del genuino primer volumen. Y evidentemente mucho ha cambiado en el mundo, en el hip hop y en la propia trayectoria de muchos de los implicados, empezando por Scott y siguiendo por Don Toliver y Shek Wes, desde aquel homónimo “JackBoys” (2019) en el que vimos por vez primera a Rosalía codearse entre gangsters yankees –Lil Baby, Quavo, Offset, Young Thug, Pop Smoke…– como hacía entre Madrid y Barcelona cuando era todavía una desconocida. “Jackboys 2” pretende darle continuidad a aquella aventura tanto como pasarle revista al sonido del sello y presentar su estado actual. Y, al revés, lo que consigue es que nos preguntemos cuántos años lleva ya Travis Scott, y esta forma aparentemente alternativa, ominosa y oscura de percibir el rap comercial, estancado en lo formulario. Nos lo planteamos en varias claves.
Un sonido egocéntrico y estancado
Si la serie “Jackboys” pretende testificar el desarrollo del sonido y la escena organizada en torno a Travis Scott y su sello, Cactus Jack Records, como parece sugerir su propio título, ¿cómo pueden sonar las colaboraciones y los ménage à trois tan desconectados? En este tipo de compilaciones habitualmente hay más diversidad, la suficiente para componer un tapiz de sonidos lo suficientemente diversos que trascienda la identidad de los artistas y dé la clave de la del sello. Esa es, en principio, la idea.
Pero “Jackboys 2” realmente se puede entender como un disco menor de Travis Scott con colaboraciones afines, y no verdaderamente como un compilado: en la primera mitad, más dedicada a los Cactus Boys –esencialmente el propio Scott, Don Toliver, Shek Wes y SoFaygo, con la adición de Wallie the Sensei, Luxury Tax 50 y el dj de Scott, Chase B–, y pese a esfuerzos que pretenden ser colaborativos como “JB2 RADIO” y “2000 EXCURSION” –ambas con producción adicional de Vegyn, quizá la mayor sorpresa de todo el recorrido; la segunda con un sample del “Power” de Kanye West y esos sintetizadores mercúricos y siniestros–, todo parece organizado en torno a la presencia nuclear de Scott; la segunda es prácticamente él de paseo con estrellas tipo Vybz Cartel, Playboi Carti, GloRilla, YoungBoy Never Broke Again, Waka Flocka Flame, Future, 21 Savage, Yeat o Kodak Black.
Destellos en el vacío
A pesar de seguir al dedillo el libreto del trap melódico y oscurete y de caer, por tanto, en el déjà vu y la indefinición, “Jackboys 2” tiene algunos momentos estelares, por ejemplo en la producción de videojuego, Rustie-coded, de “Contest” o en una “WHERE WAS YOU” que aprovecha bien el excelente momento de forma de Playboi Carti y a un gran Future sobre una producción delirante de F1lthy construida con un loop de clavecín.
La presencia de Vybz Cartel, por otro lado, eleva lo que podría ser solo un take genérico en los afrobeats con sabor a Drake, “PBT”, y brilla en las que son las dos mejores canciones del disco: “SHYNE”, en la que la típica producción de golpes de piano de Mike Will Made It adquiere aires sinfónicos –y con GloRilla en un papel no tan subversivo como el de Rosalía como la única voz femenina del disco, el único yang para tanto ying–, y la 21savagera “KICK OUT”, con –cómo no– 21 Savage, un sample letal del “Pursuit” de Pixel Grip y un beat switch con maullido incluido que es marca de la casa, pese a que los fraseos estacados de Scott cansen un poco ya.
Más allá de eso, hay buenas ideas, buenas melodías y buenos beats aquí y allá, pero nada que no hayamos oído antes. Y sobre todo: nada que nos invite a pensar que este es un colectivo, o Cactus Jack un sello, preocupados por proponer algo de cara al futuro, o por reinventar la llama que prendieron hace ya casi una década. Sí por aprovechar la liga de los estadios todo el tiempo que puedan, y aunque les cueste la creatividad.
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