“Nine To The Universe”: el legado póstumo de Jimi Hendrix y su exploración del jazz
A lo largo de su carrera, Jimi Hendrix pasó de ser un icono mundial del rock a un músico dispuesto a explorar la fusión del jazz con la música popular. “Nine To The Universe” (1980) es un álbum póstumo que recopila improvisaciones instrumentales grabadas entre 1969 y 1970.
A pesar de su prematura muerte a los 27 años, Jimi Hendrix dejó un legado en la música popular de escala global que ha influido profundamente en la forma que tenemos de entender el rock en el presente. Nacido en Seattle en 1942, Hendrix emergió en la segunda mitad de los años sesenta como una figura revolucionaria dentro del panorama musical angloparlante, combinando una técnica guitarrística basada en el virtuosismo con una estética que, si bien dentro del canon del rock, abría el espectro hacia texturas más innovadoras. The Jimi Hendrix Experience, formada en 1966 en Londres, fue la banda con la que el guitarrista alcanzó la fama. Integrada por Hendrix en la guitarra y voz, Noel Redding al bajo y Mitch Mitchell en la batería, la agrupación supuso una plataforma perfecta para desplegar los elementos que consolidaron su estatus. Hendrix no solo redefinió la guitarra eléctrica como herramienta creativa, sino que también transformó la percepción del rol del intérprete en el contexto del espectáculo musical. Su importancia radica, por tanto, no solo en su capacidad instrumental, sino en su contribución a una nueva concepción artística del rock como arte total.
El icono del rock se pasa al jazz
Hendrix tuvo una vida corta, pero una trayectoria discográfica longeva: el guitarrista publicó tres álbumes de estudio en vida “Are You Experienced?” en 1967, “Axis: Bold as Love” ese mismo año y “Electric Ladyland” en 1968), y uno en directo (“Band of Gypsys”, en 1970). Ahora, sin embargo, su trabajo cuenta con 14 álbumes de estudio, además de recopilatorios y directos: tras su fallecimiento en 1970, se han publicado numerosos trabajos póstumos que intentan ordenar y reconstruir su vasto archivo de grabaciones inacabadas, ensayos y sesiones. Uno de los más singulares es “Nine To The Universe” (1980), editado por Alan Douglas, que recopila jam sessions instrumentales grabadas entre 1969 y 1970 en los estudios Record Plant y Hit Factory de Nueva York. A medida que avanzaba su carrera, Jimi Hendrix dejó de interesarse por ser un icono mundial y comenzó a mostrar una curiosidad incipiente hacia el jazz. A partir de 1969, se le vio frecuentemente en varios clubs de jazz, especialmente en el Ronnie Scott’s en Londres, donde se unió a músicos como Rahsaan Roland Kirk (de hecho, su última actuación fue en este mismo club dos días antes de su muerte). Kirk compartía la misma pasión por la improvisación que Hendrix, quien, por entonces, ya había saturado el circuito de rock y buscaba una evolución creativa: la idea de ambos era grabar un álbum conjunto, si bien el guitarrista falleció antes de ver cumplido dicho objetivo. A partir de entonces, Hendrix comenzó a colaborar con los músicos de jazz progresivo que aparecen en dicho álbum póstumo.
Jimi Hendrix abraza la improvisación
A diferencia de sus álbumes oficiales, este disco ofrece una mirada más cruda e improvisada del Hendrix más libre, alejado de las convenciones del formato canción y centrado en el diálogo abierto con músicos de jazz y funk. En este sentido, “Nine To The Universe” no forma parte del corpus más canónico de su discografía, pero ocupa un lugar relevante para comprender su versatilidad, su inclinación por la improvisación y su constante exploración sonora más allá del rock convencional. Estas sesiones, que nunca fueron concebidas como un álbum por el propio Hendrix, revelan una faceta menos conocida de su producción: la del músico que se interesa por las posibilidades de la improvisación como herramienta creativa, además de por el potencial de diálogo entre diferentes lenguajes musicales. En este sentido, “Nine To The Universe” es una mano tendida hacia el soul-jazz, el blues eléctrico y las primeras formas del jazz-rock, anticipando los cruces que, poco después, desarrollarían artistas como Pink Floyd, King Crimson o Jethro Tull en el rock progresivo. Por ejemplo, en “Young/Hendrix”, Hendrix colabora con el organista de jazz Larry Young, creando una interacción musical que refleja influencias del jazz eléctrico. En “Jimi/Jimmy Jam”, Hendrix y el guitarrista Jim McCarty exploran estructuras improvisadas con una base rítmica proporcionada por Mitch Mitchell y Roland Robinson. “Easy Blues” ofrece una interpretación más accesible, con líneas de bajo sólidas y una estructura de blues tradicional. Por su parte, “Drone Blues” presenta una improvisación más libre y difícil de interpretar. Excepto en la primera pista, que le da nombre al trabajo, es un LP puramente instrumental.
El carácter inacabado y espontáneo de las grabaciones ha generado debates entre críticos y seguidores. Algunos consideran que el álbum, editado sin la supervisión ni el consentimiento de Hendrix, carece de cohesión o propósito artístico definido. Sin embargo, “Nine To The Universe” no debe juzgarse únicamente por su acabado o su estatus dentro del canon discográfico oficial, sino por su capacidad para ampliar nuestra comprensión de un artista que, incluso en sus momentos menos sistematizados, seguía empujando los límites del lenguaje musical popular. Este álbum no sólo documenta una serie de encuentros sonoros, sino que también atestigua el momento en que Hendrix vislumbraba un universo expresivo más amplio que el que hasta entonces había transitado.
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