Carolina Durante: aullido generacional
El cuarteto madrileño certifica su condición de banda imprescindible, emblema de una generación encabalgada, en su gira más grande hasta la fecha, presentando “Elige tu propia aventura”
Hay historias que uno no termina de creerse nunca, aunque sean ciertas, y otras que terminan haciéndose realidad por la fuerza de creérselas. La de Carolina Durante, “cartulina gigante” para los amigos, sería más bien de las segundas, pero también tiene un poco de la primera: cuatro chavales se juntan en Malasaña sin ninguna pretensión para hacer un poco de ruido, beber birra y soltar barras a principios de 2017 y se convierten, prácticamente de la noche a la mañana, pero aún así con muchísimo recorrido en el camino, en el emblema de su generación. Desde el primer momento, a Diego Ibáñez (voz), Martín Vallhonrat (bajo, coros), Mario del Valle (guitarra, coros) y Juan Pedrayes (batería) se les cargó en los hombros esa losa, la de ser generacionales, la de marcar una época, y ellos podrían fácilmente haber sucumbido a ese delirio o ante la presión. Pero así, sin ellos creérselo demasiado, porque realmente es increíble, de ciencia ficción, y con el resto creyéndoselo de más, la piedra dejó de rodar ladera abajo y se quedó por fin fija, quieta, mirando el mundo desde arriba.
El pateo incansable de la noche madrileña
Es curioso, porque cuando Carolina Durante aparecieron, y aún ahora, no teníamos muy claro si había un trasfondo intencional, consciente, en su forma de enfrentar el sonido, de hacer música, de situarse en una escena. La Malasaña que ellos pillaron era extraña, en plena fase final de desintegración, pura decadencia trendificada y turistificada: más habitada por cool hunters que por espíritus verdaderamente alternativos, en aquel momento además estaba mucho más centrada en el trap y en las músicas urbanas, coincidiendo con el anuncio de la “muerte del rock” que anunciaban los medios generalistas en un intento desesperado de llegar a nuevos públicos en plena debacle mediática. Y ellos salieron al ruedo “indie” muy a lo suyo, conviviendo con una escena que ya existía, ese garage madrileño heredero de las bandas norteamericanas de los primeros 2000 y que tenía la Wurlitzer como epicentro neurálgico, llegando a mimetizarse con ella incluso, pero manteniéndose siempre al mismo tiempo como una isla, con un imaginario de referencias que miraba aquí mucho más que allá.
Quizá Diego y compañía atisbaron, puede que sin saberlo, el agotamiento y estancamiento inminente de aquella escena que había llegado a una especie de auge algunos años antes, entre 2012 y 2015, con bandas como Hinds, The Parrots o Los Nastys. Y aunque lo cierto es que Carolina Durante no se entenderían sin todo aquello, y de hecho fue en sus garitos y en sus salas donde el cuarteto se dio a conocer, quemándolas prácticamente semana tras semana –más allá: de hecho Diego salía entonces con la líder de Hinds, Carlotta Cosials, que de aquellas llegó a ser hasta “musa” urbana tras la mención de Tangana en “C.H.I.T.O.” (2014), “Carlotta Cosials, quiero casarme contigo”, o ese cara a cara con Cecilio G para ‘Tentaciones’ que llegó un poco tarde, pero llegó–, realmente también lo es que ellos vinieron a representar algo así como la nueva ola. Literalmente la “new wave”: su sonido enraizaba mucho más claramente en la Movida Madrileña, sugiriendo más una “Nueva Movida” que esa “Otra Movida” que era el garage. Eran más naíf y se desprendían del clásico imaginario rockero. Y en su libro de estilo no estaban Black Lips, sino Parálisis Permanente, Los Nikis y Los Punsetes, tres formas distintas pero muy genuinas –y entroncables– de enfrentar el pop alternativo madrileño; también Los Planetas, dejando claro que Diego iba a tender a apelar a sensibilidades trágicas, épicas, melancólicas y altamente emocionales; o Kokoshca y Triángulo de Amor Bizarro.
Cuando Carolina Durante empezaron, una fiesta como Cha-Chá era la reina de la noche malasañera madrileña; con ellos ya rodados, de repente el Tempo II y El Apartamento volvieron a convertirse en the place to be, y hasta el Ochoymedio vivió una especie de revitalización.
La escena eran ellos
Pero en lugar de cerrarse en su propio baluarte, Carolina Durante empezaron a tenderle la mano a una nueva generación de bandas. En torno a ellos, y a Axolotes Mexicanos, otro proyecto de Juan, se desarrollaron también proyectos que venían realmente de aquella escena garagera, como Camellos o los más rockeros Biznaga, y que a nivel sonoro poco o nada tenían que ver con los Carolina. Y sobre todo: se ampliaron de nuevo las posibilidades para los artistas que vendrían, reimpulsando el circuito de salas de la ciudad, garantizando público asistente y formalizándolo todo en torno a un sello, Sonido Muchacho, que desde entonces iba a convertirse en la bandera de esta Nueva Movida Madrileña, orgullosa de una identidad propia –un rollo que en Barcelona ya habían practicado Nueva Vulcano y Mujeres, que podrían ser como el espejo original en el que se miraron Los Punsetes y Carolina Durante, respectivamente–, y que con los años ha acabado en una joint-venture con una multi como Universal, funcionando en muchos aspectos como sublabel. Cariño, airu, Ginebras, La Milagrosa, Menta, Monteperdido, Aiko el Grupo, La Plata, y tantos grupos más, no habrían tenido las mismas posibilidades de desarrollarse sin el camino abierto por Carolina Durante, pero a lo mejor incluso ni se habrían planteado montar una banda si ellos no hubieran sembrado antes, si no hubieran labrado antes un terreno propicio.
Generacionales desde el primer momento
Con el lanzamiento de su primer álbum, y surfeando ya la resaca del pelotazo que pegó “Cayetano”, Carolina Durante terminaron de madurar de golpe –siempre han reconocido que aquel trabajo no logró replicar el sonido más directo que ellos querían– y se desligaron definitivamente, al parecer, de todo ese Madrid garagero que quedaba atrás. Diego empezó entonces, en la transición de 2018 a 2019, a salir con Amaia, recién venida de ganar OT y convertida prácticamente en un icono nacional, representante de España en eurovisión incluso, y la colaboración que lanzaron, “Perdona (Ahora sí que sí)”, le dio a la banda un éxito aún mayor que “Cayetano” en apenas unos meses. “Joder, no sé”, “Las canciones de Juanita”, después, terminaron de confirmar el sutil viraje hacia una nueva euforia melancólica “posindie”, menos punk y más pop, que dejaba ver referencias que entroncan la canción popular melódica, antiguamente denostada desde ciertos sectores escépticos –como el indie, qué cosa–, con la pulsión de las músicas urbanas y un pop alternativo bajonero y melancólico en el que se encuadran el anti-cantautor murciano Marcelo Criminal –autor original de “Perdona”– o Él Mató a un Policía Motorizado, que con los años ha terminado convertida en la banda de rock alternativo más grande de Argentina de su generación, y Bestia Bebé, la nueva ola del alt rock porteño, kindred spirits de los Carolina al otro lado del charco. El fenómeno era real: la banda revelación de 2018 había llegado para quedarse.
La transición y la Generación Pokémon
Desde entonces Carolina Durante han asumido su papel con responsabilidad, rigor y la humildad y cercanía que les ha caracterizado siempre. Tomándose muy en serio el cachondeo, y no por casualidad la escenografía con la que presentan “Elige tu propia aventura” (2024) les sitúa en plena oficina –mezcla de la casa de The 1975 y ese “Just doing our work” que proyectan siempre Gorillaz en sus pantallas al final de cada concierto–. Sus canciones tienen ese aura de himnos porque las letras de Diego hablan abiertamente, a flor de piel, de una generación en transición, en la encrucijada, que siempre se ha sentido a caballo entre formas de ver el mundo. Es la que yo llamo la “Generación Pokémon”, técnicamente millenial pero demasiado zeta para ser millenial y demasiado millenial para ser zeta.
Por eso Carolina Durante han conseguido apelar tan bien a las nuevas generaciones, porque realmente no están tan lejos de ellas, aunque tampoco estén tan cerca. Al final, que usen más la ironía y la mordacidad que la acidez, y la depresión más que la mala hostia, ha conseguido que los mismos cayetanos de los que hablaba la canción la abracen y la coreen, y que los conciertos del cuarteto sean, con los años, una de las experiencias más extrañamente democráticas del pop actual. Ese momento en el que Carolina Durante dejan de ser “de los tuyos” y tienes que pasar a compartirlos con los demás, sean quienes sean –pero poniendo siempre unos límites–.
2025: confirmación transversal
Ver a Banin, mítico componente de Los Planetas, a los teclados en la ambiciosa formación de sexteto –más cuarteto de cuerdas y metales a lo Sufjan Stevens en la época de “Illinois” (2005)– con la que Carolina Durante están enfrentando la gira de su trabajo más rico en detalles, “Elige tu propia aventura”, o a Rosalía –la cuñada de Diego; ¿se puede rastrear la evolución de los Carolina a través de las chicas con las que sale su frontman?– animarse a colaborar en un tema, “Normal”, que a la postre ha terminado convirtiéndose en otro de sus grandes éxitos, ya habla por sí solo. El cuarteto está asentado en un punto medio dulce, debajo de la sombra de estrellas ultrapopulares que dignifican el mainstream pero al mismo tiempo aupados por los popes indies.
Y esto se traduce, esencialmente, en lo que les ha convertido, definitivamente, en generacionales de verdad. En lo que ha confirmado que esta historia siempre fue un poco cierta, y a la vez un poco mentira: a sus conciertos hay quien va por “Cayetano”, hay quien va por “Perdona” o por “Normal”, y hay quien va por “Famoso” y “Las canciones de Juanita”, o por “Joder, no sé” y “Joderse la vida”. También hay quien seguirá yendo siempre por “Necromántico”, “En verano” o “La noche de los muertos vivientes”, o los que han empezado a ir por “Casa Kira” y “Yo pensaba que me había tocado Dios”. Los que van por “Aaaaaaa#$!&”, por “Misil” o por “10”… y los de “Colores”, “El parque de las balas” y “Niña de hielo”. Eso es lo que tienen los himnos, que son tan concretos que el proceso de identificación con ellos funciona del mismo modo. Y Carolina Durante hacen tantos porque tienen muchas direcciones a las que apuntar. Porque en su espacio cerrado también contienen un espacio vacío, ilimitado. Solo les faltaba uno transversal, que los uniera a todos bajo su yugo como el Anillo de Sauron, que lograra trascender la militancia en el cuarteto y les permitiera alcanzar una eternidad sin memes ni featurings. Y lo han conseguido: después de “Hamburguesas” es imposible no convertirse en una banda generacional. ¿A quién no van a gustarle las hamburguesas, el fútbol, su madre? O recordar que los amigos siempre suman más que los demonios, aunque pierdan en número.
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