Justin Bieber

Justin Bieber regresa con “SWAG II”, la secuela de su álbum de julio

En su nuevo disco, Justin Bieber prolonga sus dilemas artísticos entre la ambición y el confort. Con 23 pistas nuevas, el canadiense combina soft R&B, guiños espirituales y producción de lujo, pero a menudo sacrifica riesgo e intensidad en favor de un formato pensado para las playlists y el algoritmo

| Por Marta España

Justin Bieber saltó a la fama muy joven: canadiense, descubrimiento en YouTube, nueva pop star, hits románticos, colaboraciones masivas... A lo largo de los años ha pasado por diversas fases: el adolescente idol, el joven adulto con problemas personales, la reflexión posterior, o los experimentos con géneros más underground. Antes de la etapa de “SWAG”, discos como “Purpose” (2015), “Changes” (2020) o “Justice” (2021), entre otros, mostraban tanto sus éxitos como ciertas dificultades para conciliar la enorme demanda comercial con la estabilidad mental.

Lanzado en julio pasado, “SWAG” pareció querer marcar una etapa nueva: más íntima, más experimental en los bordes, menos orientada al hit radiofónico directo, más consciente de su vida como esposo, padre y figura pública con contradicciones.

“SWAG II”, publicado este septiembre como una continuación, se presenta no solo como una extensión sino como un espejo que refleja lo que “SWAG” dejó en el aire: promesas de ambición artística, tentaciones del pop comercial, espiritualidad emergente, y cierta urgencia creativa. Lo analizamos en 5 claves.

1. “SWAG”

El álbum original sorprendió por varias razones: su lanzamiento no anunciado; el hecho de que Bieber pareciera tantear sonidos menos previsibles; su mezcla de alt-R&B con elementos de indie pop o su reflexión personal sobre la vida adulta. No obstante, también recibió críticas por exceso de longitud, por incluir canciones que parecían no tener suficiente pegada o estar poco desarrolladas.

Entre este disco y su segunda parte, hay paralelismos claros: los mismos productores, la misma estética sonora; la tensión entre la vulnerabilidad personal y el deseo de impresionar con una producción más elegante; o los temas recurrentes de amor, fe y crítica interna. Pero también hay diferencias: “SWAG II” es aún más grande en duración (23 pistas), más fragmentado en calidad (más canciones que se sienten que podrían ser descartables), menos riesgos sonoros sorpresa y más inclinación por lo seguro.

2. Los productores: Dijon, Mk.gee y más

Uno de los atractivos de “SWAG II” radica en los nombres detrás de los sonidos. Producción y co-producción firmada por Dijon, Mk.gee, Carter Lang, Daniel Chetrit, Dylan Wiggins, Eddie Benjamin, Mike Will Made It o Buddy Ross, entre otros.

Dijon vuelve a tener un rol destacado: aporta textura, detalles de guitarra, arreglos menos previsibles, que en las mejores pistas marcan diferencia. Mk.gee, aunque aporta en menos canciones que Dijon en este volumen, es responsable de uno de los momentos más redondos: “Love Song”, donde su acercamiento alt-pop/R&B brilla con algo de imperfección que humaniza al ídolo. Pero ese equipo numeroso tiene un efecto mixto: mientras que en los momentos donde todos aportan algo distintivo se consiguen pasajes interesantes y frescos, muchas otras canciones suenan con poca identidad propia.

3. Soft R&B

“SWAG II” se mueve principalmente en el terreno del R&B, un espacio sonoro que Bieber lleva explorando desde “Changes”, pero que aquí se amplifica en extensión y se vuelve casi monocromático. A lo largo de sus 23 pistas predominan los beats minimalistas que buscan crear atmósferas de intimidad.

Hay excepciones notables: cortes como “Speed Demon”, con su groove más funky y descarado, o “Don’t Wanna” junto a Bakar, que añade nervio y textura vocal, muestran lo que ocurre cuando Bieber se arriesga a salir de la estricta zona del R&B aterciopelado.

Lo paradójico es que el R&B, históricamente, ha sido un terreno fértil para la innovación, mientras que en “SWAG II”, Bieber parece optar por el reverso: usar el R&B como envoltorio estético de confort, un espacio sonoro seguro, donde no incomoda ni se expone demasiado.

4. Referencias religiosas

Un aspecto distintivo es cómo Bieber incorpora referencias religiosas y espirituales de una forma deliberada. No es nuevo en su carrera: su fe ha sido una parte pública de su identidad, y discos anteriores ya contenían alusiones de este tipo, pero aquí esas referencias tienden a ser más explícitas.

El cierre con “Story of God” es el ejemplo más claro: casi ocho minutos de narración que evoca el relato bíblico de Adán y Eva, con la voz de Bieber en un papel casi de orador. Otras canciones, como “Everything Hallelujah”, intentan dialogar con lo divino.

Estas referencias religiosas le dan al álbum un intento de trascendencia en mitad del pop masivo: tratar de contar algo más que la vida amorosa o los éxitos y fracasos sentimentales.

5. Música para playlists que favorece las listas de streaming

Este disco está claramente diseñado con una consciencia del ecosistema del streaming: duración extensa, número de pistas elevado, canciones con gancho rápido pero sin melodías muy enrevesadas, producciones que suenan limpias y colaboraciones que suman alcance internacional.

“SWAG II” tiene 23 pistas nuevas además de las 21 de “SWAG”, lo que da una pila enorme de material para posicionarse en playlists y para ser premiado por un algoritmo que valora los hits “planos”: suficientes para acompañar un viaje, para sonar en el gym, en el coche, en el móvil, pero quizá no memorables a largo plazo.

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