Taylor Swift

Reinas del pop: 15 divas que han marcado la historia del género

Las divas del pop son mujeres icónicas que han marcado la historia del género. Descubre nuestra selección con las más talentosas reinas del pop.

| Por Álvaro García Montoliu

Desde el escenario centelleante hasta el campo de batalla algorítmico de TikTok, la diva pop ha sido siempre un catalizador de cambios culturales, tecnológicos y de las ideas en torno a la feminidad, la performance y el poder. Ya sea mediante revoluciones en la moda, reinvenciones musicales o imágenes virales, estas mujeres se han grabado en la psique del pop.


¿Qué es una reina del pop?

Una reina del pop es más que una cantante que domina las listas. Es un arquetipo que canaliza las ansiedades y aspiraciones de su tiempo, encarnando a menudo contradicciones: vulnerabilidad y control, atractivo mainstream y audacia vanguardista, empoderamiento y mercantilización. Ya sea llenando estadios o susurrando en auriculares, las reinas del pop crean espectáculos emocionales que fusionan música, imagen y narrativa en experiencias culturales totales.

Características de las reinas del pop

Las reinas del pop son camaleonas sónicas y provocadoras visuales. Se reinventan a través de eras, equilibrando evolución personal con coherencia de marca. Son iconos de estilo, colaborando con diseñadores de élite o creando estéticas completas. Vocalmente, pueden ser desde portentos de voz hasta seductoras susurrantes, pero siempre con actitud. Las reinas del pop dominan la coreografía mediática: entrevistas, redes sociales, documentales y lanzamientos sorpresa son parte de la performance. Estas artistas no solo siguen tendencias: las definen, las distorsionan y, a veces, las destruyen para reconstruirlas.

Las diez reinas del pop anglófonas


Madonna

La transformista definitiva del pop, Madonna redefinió a la estrella pop femenina como una provocadora autodirigida. Desde “Like a Virgin” hasta “Erotica” y “Ray of Light”, fusionó ganchos pop con controversia, imaginería católica y visuales rompedores. La reinvención es su legado: convirtió el envejecer en el pop en algo performativo, no pasivo. Álbumes como “Confessions on a Dance Floor” y “Madame X” muestran su rechazo a la nostalgia. El ADN de Madonna está en todas partes: en el branding, el dance-pop y el discurso feminista. Siempre dos pasos adelante o desafiantemente desfasada.


Kylie Minogue

La exportación pop australiana convertida en ícono gay, Kylie construyó su carrera sobre efervescencia y elegancia. Desde sus inicios con Stock Aitken Waterman (“I Should Be So Lucky”) hasta el brillo disco de “Fever” y “Disco”, ha perfeccionado el arte del himno elegante. Álbumes como “Impossible Princess” muestran inclinaciones experimentales, mientras que sus trabajos recientes reivindican el placer puro como algo radical. Menos confrontacional que Madonna, Kylie encarna la continuidad y el encanto. Sobrevive perfeccionando, no provocando.


Britney Spears

Britney emergió con “...Baby One More Time” redefiniendo el teen pop al instante. Su fase imperial de los 2000 (“Oops!... I Did It Again”, “Toxic”) mezcló fantasías de colegiala con ritmos de The Neptunes y una rebeldía susurrada. La crisis de 2007 y “Blackout” revelaron el coste de la fama y el poder crudo de su frialdad robótica. Los fans impulsaron #FreeBritney, convirtiéndola en un símbolo de resistencia contra la maquinaria de la industria. La historia de Britney es la de la inocencia mercantilizada, pero su música palpita con una sensualidad sintética y embrujadora.


Janet Jackson

Entre el dance-pop y el R&B, Janet fusionó groove con control, literal y metafóricamente. Su trayectoria desde “Control” (1986) hasta “The Velvet Rope” (1997) es una de las más ricas del pop, mezclando New Jack Swing, baladas confesionales y funk con conciencia social. Con Jimmy Jam y Terry Lewis, creó un mundo coreografiado donde el ritmo era sensual y político. Janet anticipó el dominio multimedia de Beyoncé y la ambición conceptual de Gaga. Su entrega susurrante, coreografías y control estético la convirtieron en la reina del poder suave en un mundo duro.


Taylor Swift

Barda de las emociones millenials, Swift comenzó en el country-pop con “Fearless” y “Speak Now”, para luego conquistar el pop puro con “1989”. “Reputation”, “Folklore” y “Midnights” muestran versatilidad estilística –del synth-pop al indie-folk–, pero siempre centradas en la pluma de Taylor. Su proyecto de regrabaciones (Taylor’s Version) convirtió los derechos de autor en una recuperación feminista. Es la reina más literaria del pop, con letras anotadas, descifradas y memeficadas.


Ariana Grande

Gimnasta vocal con ADN de Mariah Carey, Ariana ascendió del estrellato de Nickelodeon a deidad del trap-pop. Álbumes como “My Everything”, “Sweetener” y “Thank U, Next” muestran su destreza con R&B, EDM y pop confesional. Transformó el trauma en éxitos, equilibrando duelo con brillo. Con visuales hiperestéticos y producciones maximalistas, el mundo de Grande es de desamor pastel y vulnerabilidad empoderada. Es la reina del pop para la era de los emojis, emotiva y fluida en algoritmos.


Beyoncé

De estrella de Destiny’s Child a polímata en solitario, Beyoncé pasó de fabricar hits a ser una autora de alto concepto. “Dangerously in Love” dio paso a “Lemonade” y “Renaissance”, cada proyecto una tesis cultural. Su control sobre imagen, mensaje y calendario de lanzamientos es total: es la reina CEO. Mezclando R&B, soul, house y afrobeat, fusiona tradición con futurismo. Con “Homecoming” redefinió el filme de concierto; con “Black Is King”, construyó un mito visual. Una performer de intensidad casi religiosa.


Lady Gaga

Radical del art-pop, reina de clubs y maximalista teatral, Gaga irrumpió con “The Fame” y “Born This Way”, fusionando glam, EDM y teoría de género. Conocida por vestidos de carne y baladas al piano, desafía la singularidad. “Joanne” y “Chromatica” muestran su identidad dividida: compositora de corazón suave y dominatrix de la pista de baile. Gaga expandió el rol de la diva hacia el arte y el territorio del Oscar (“Ha nacido una estrella”). Una diva que vive el pop como drama elevado, alta moda y alto concepto.


Charli XCX

La reina del post-internet, Charli fusiona futurismo y fragilidad. De “True Romance” a “Brat”, ha abrazado el hyperpop, PC Music y estéticas retrofuturistas. Escribió hits para otros (“Boom Clap”, “I Love It”), pero reserva sus experimentos más extraños para sí misma. “Pop 2” y “how i’m feeling now”, sus obras cumbres, convirtieron la fragmentación glitch en una nueva gramática emocional. Sus fans, queer, digitales y ferozmente leales, forman un microculto basado en el caos y la catarsis. Es la diva DIY que remezcló el género desde dentro.



Rihanna

Rihanna ha conquistado cada género –reggae, EDM, trap, baladas– sin parecer esforzarse demasiado. De “Good Girl Gone Bad” a “ANTI”, pasó de princesa pop a emperatriz despreocupada. Su voz, distintivamente áspera, y su personalidad, indiferente a la sobreexposición, hicieron que los hits parecieran fáciles y el lujo, radical. Ahora exitosa empresaria con Fenty Beauty, expandió la marca de diva a tonos de piel y líneas de lencería.


Las cinco reinas del pop hispanas

Rosalía

Una revolucionaria del flamenco convertida en fuerza global del pop, Rosalía irrumpió con “El Mal Querer”, un álbum conceptual que mezcla literatura medieval y ritmos de reguetón. “Motomami” rompió las fronteras de género, combinando hyperpop, jazz y dembow en un surrealismo digital. Vocalmente ágil y visualmente meticulosa, sus actuaciones son como editoriales de moda o películas de arte. Rosalía es arraigada y radical: el uso de palmas flamencas junto a voces autotuneadas simboliza su ethos híbrido.


Alaska

Como ícono gélido de La Movida Madrileña, Alaska (con Alaska y Dinarama y Fangoria) dio al pop español su filo punk-camp. Éxitos como “¿A quién le importa?” se convirtieron en himnos LGBTQ+, su personalidad electro-gótica anticipó a Gaga y Peaches. Su voz es sarcástica, su imagen extrema, su política juguetona. El impacto de Alaska es actitudinal: el pop como rebeldía, como resistencia extravagante. Su carrera de décadas es un estudio de reinvención e irreverencia.


Aitana

Graduada de Operación Triunfo y superestrella Gen Z, Aitana combina una voz dulce con producciones de alto brillo. De “Spoiler” a “11 Razones” y “Alpha”, pasó del teen-pop a híbridos de synthwave y reguetón. Sus canciones equilibran desamor con empoderamiento, nostalgia con innovación. Su identidad visual -entre el Y2K y el Spotify-core- está diseñada para la generación del streaming. Su atractivo radica en la cercanía: es la chica de al lado que ahora llena estadios, articulando el desamor digital con claridad melódica.


Shakira

Colombiana de nacimiento, global por sonido, el repertorio bilingüe de Shakira fusiona rock en español, melodías árabes y reguetón. Su voz icónica, entre ululaciones y yodels, es inconfundible. Éxitos como “Hips Don’t Lie” y “Waka Waka” la convirtieron en una diplomática pop mundial. Sus recientes temas de venganza viral demuestran su vigencia y lengua afilada. Shakira danza entre mundos -lingüístico, musical, cultural- sin perder su centro.


Paulina Rubio

La “Chica Dorada” del pop mexicano, Paulina evolucionó de ídolo teen de Timbiriche a diva del pop latino. Su era dorada (“Paulina”, “Border Girl”) fusionó europop, mariachi y house latino en éxitos glamorosos. Con su voz rasposa y su actitud de diva, ocupó un nicho entre la dulzura de Thalía y la intensidad de Shakira. Sus hits -“Y Yo Sigo Aquí,” “Ni Una Sola Palabra”- son puro pop con actitud. Un símbolo de la ambición del crossover latino de los 2000.









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